Opinión
Individualismo
A los naturales de Ceuta se les dice cariñosamente «caballas». No había probado la caballa hasta que ingresé en Camposoto para hacer la Mili. La caballa es un pescado azul que abunda en el Estrecho de Gibraltar, y que no forma parte de la aristocracia de los peces. Pero después de seis horas de instrucción, el bocadillo de caballa de la cantina de tropa sabía mejor que el caviar iraní. Un bocadillo generoso que costaba cinco pesetas y era gloria bendita.
En España hay muchas y magníficas estaciones para practicar el esquí y otras especialiades sobre la nieve. Pero no en Ceuta. De ahí el mérito individual de un caballa, de un hijo de la vieja ciudad española, que ha conseguido la medalla de bronce en «snowboard cross» en PyeonChang, que así se llama ese lugar tan raro de Corea del Sur que ha cobijado a los Juegos Olímpicos de Invierno. Se llama Regino Hernández, ceutí de nacimiento y vecino de Mijas, en la costa malagueña. En Mijas tampoco hay estación de esquí, detalle que cabe destacar y que dobla el mérito de nuestro deportista.
Paquito –don Francisco-Fernández Ochoa– fue nuestro primer campeón de esquí. De Cercedilla, sierra de Madrid. Medalla de oro en Sapporo. Su hermana, Blanca, honró a su dinastía y a España con otra medalla olímpica. Y a punto estuvo –maldita puerta al final del slalom–, de conseguir otra medalla de oro. Con dos narices. Dos medallas olímpicas en esquí, y las dos de Cercedilla, donde Luis Rosales escribió los poemas de «La Casa Encendida».
España conquistó otras dos medallas, y de oro, en los Juegos Olímpicos de invierno celebrados en Salt Lake City en el año 2002. Tuvimos la ocurrencia de concederle la nacionalidad española a un alemán, bávaro por más señas, llamado Johann Muehlegg. Para españolizarlo le decíamos «Juanito», y Juanito arrasó en las dos pruebas del agotador esquí de fondo. El problema es que para ganar acabó con las existencias de sustancias dopantes de las farmacias de Salt Lake City, y a las pocas horas de recibir las medallas, se las quitaron. Y desde aquella chapuza tramposa, nuestra presencia en la gloria de la nieve se desvaneció. Tuvimos a una gran esquiadora andaluza, Teresa Rienda, que se lesionó gravemente y perdió la ilusión.
Y cuando no lo esperábamos, aparece un caballa fortachón y barbudo que consigue la medalla de bronce en un deporte tan elegante que se denomina «snowboard cross». España es individualista. Tenemos grandes selecciones en otros deportes, pero nuestra riqueza deportiva se sostiene sobre el genio individual. Paco Goyoaga, Paco Fernández Ochoa, Manolo Santana, Joaquín Blume, Rafael Nadal, Garbiñe Muguruza, Blanca Fernández Ochoa, Severiano Ballesteros, Miguel Indurain, Ruth Beitia, Mireya Belmonte, Carolina Marín... Y a partir de ahora, Regino Hernández, al que puede unirse nuestro formidable campeón en patinaje sobre hielo Javier Fernández. Y los que se me han quedado en el tintero, que desde que cumplí años he perdido agilidad en la memoria.
Que Ceuta y Mijas formen a un campeón en «Snowboard cross», es como si en el campeonato de Tabarnia de Sardanas que se celebrará en Manresa, vence la Agrupación de Sardanas de Sevilla, que no existe por otra parte, afortunadamente para Sevilla. Lo de Regino –y es de esperar, que Javier se sume-, es consecuencia de la genialidad individual española, del esfuerzo personal, del sufrimiento diario, del sudor que nadie valora hasta que triunfa. Que se haya colgado una medalla honesta en un deporte de nieve un caballa ceutí afincado en Mijas, me enorgullece. Ceuta pasa a formar parte del esquí mundial, y me he puesto como un pavo. Y ahora, que lo intenten los de Gibraltar. Ea.
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