Opinión

Binarios

Es terrible lo que hicieron con nosotros. Me refiero a los que hoy comparten, mujeres y hombres, mi avanzada edad. Fuimos niños maltratados, desposeídos de derechos fundamentales. Si esa Ley tan importante propuesta por Podemos, apoyada por Ciudadanos y aceptada por un sector del PSOE se aprueba en el Congreso, los jóvenes españoles podrán cambiar de sexo sin pedir permiso a sus padres. En mis tiempos, pedíamos permiso a nuestros padres para todo. Y sufríamos mucho. Ahora un niño puede salir de su casa y volver a los pocos días siendo niña. Y al revés. La hija que se despide de sus padres llamándose Vanessa, y el hijo que retorna con el nombre de Francisco Enrique. –Mamá, puedes tirar a la basura mis compresas con alitas, porque ya no las necesito. Soy Francisco Enrique-. Puede suceder, que al cabo de un trimestre, Francisco Enrique añore su vida como Vanessa, y proceda a someterse a una nueva intervención para recuperar el género perdido. – Mamá, soy nuevamente Vanessa, y necesito 200 euros para compresas con alitas, sin alitas, y los sujetadores que regalé mientras fui Francisco Enrique–. Sinceramente, un follón.

Y los binarios. Los binarios son aquellos que no se sienten a gusto con el sexo que la naturaleza les designó. A los binarios, en mis tiempos, se les decía neutros, o ni chichas ni limonás, porque se caracterizaban por mantener una elegante distancia con la pasión sexual. Al binario, en Inglaterra le dicen «cuello frío», y en la tribu cururú del Bajo Amazonas «okoaté», que significa «el que no pierde el tiempo pensando en guarraditas». Lo de binario suena mucho mejor, y felicito a los redactores de la Ley en ciernes. En mi niñez, binario era lo que se componía de dos elementos o unidades, un sistema de numeración. Al convertirse lo binario en un desencanto ante lo propuesto por la naturaleza, o en un despropósito que conlleva la frustración y la falta de autoestima, habrá que referirse a otras situaciones binarias. Por ejemplo. Si el PP puede formar grupo parlamentario en Cataluña gracias al préstamo de un escaño por parte de ERC, su grupo será completamente binario porque no puede sentirse inmerso en la lógica de la naturaleza. Otra cosa es que Soraya lo apruebe, y en tal caso, lo binario pierde su importancia, se obedece y punto.

En LA RAZÓN, Alfonso Rojo vaticina que en un próximo futuro, uno de los leones de bronce que protegen la entrada principal del Congreso de los Diputados será sustituido por una leona. Todo es cuestión de rebajarle las melenas, y no resulta complicada la adaptación. Mi admirable tocayo recomienda, para facilitar la operación, que sea elegido el felino de la izquierda, que por su postura oculta el «saco testicular». El de la derecha presenta un huevámen aparatoso. Y aventura que al caballo del monumento al General Espartero le van a aplicar una castración, de tal modo que el dicho popular «tiene más cojones que el caballo de Espartero» carezca de fundamento y de memoria histórica. Por otra parte, la mutilación del desdichado león de bronce, nubla para siempre el sentido del epigrama de Juan Pérez Creus, cuando fue provocado por un grupo de amigos para que escribiera unos versos satíricos al ministro Arburúa, que en su momento, mandó una barbaridad. –No tienes lo que hay que tener–, le dijeron. Y Pérez Creus, respondió a sus amigos con cuatro perfectos versos octosílabos de rima consonante: «Que yo tengo unos cojones/ más grandes, que las dos bolas/ que sostienen los leones/ de las Cortes Españolas».

Leyes como ésta es lo que necesita España con urgencia. Leyes que permitan quemar bibliotecas y sancionar a los ciudadanos por el uso del lenguaje en lo que respecta al sexo. Leyes que nos obliguen a lo políticamente correcto y sometidas a movimientos ciudadanos con capacidad sancionadora previa a la de los jueces. Ya lo ha anunciado, con orgullosa alegría, la facción asturiana de Podemos. «Los niños serán neños, las niñas, neñes, y los binarios, binarius».

Fundamental.