Opinión
Yo, sí
El odio al género mujer es plurisecular, se adapta y se replica a sí mismo con distintas apariencias, llega hasta hoy fresco, renovado... La misoginia ceba la cultura moral del planeta, a través de la religiosidad, el arte, la mitología, la jurisprudencia, la literatura... El desprecio al género mujer tiene un signo prácticamente universal. Pensamos a menudo que las premisas de la rancia, injusta y caduca misoginia han sido derrotadas, hasta que echamos un vistazo alrededor y nos damos cuenta de que, a lo sumo, se han disfrazado para disimular un poco. Porque la realidad es que el prejuicio y la ignorancia respecto a las mujeres sigue campando a sus anchas. Así, incluso en estos tiempos se acusa a los movimientos a favor de la igualdad de la mujer de totalitarios, feminazis, ridículos, exagerados... Todo con el afán y la intención de desprestigiar los avances en el terreno de la equidad entre géneros, para intentar desactivarlos. Se culpa al feminismo de «criminalizar» a todo el género masculino. Como si las mujeres que trabajan por la paridad señalaran a todos los hombres de la Tierra (¡todos!), acusándolos de agresores. Una mentira del tamaño de la incultura y la incapacidad de quienes la sostienen: porque lo cierto es que nadie denuncia a los hombres en general, pero sí a los que cometen crímenes, violaciones, abusos y violencias contra niñas y mujeres. ¿Quién podría afirmar el disparate de que todos los hombres son como Harvey Weinstein, el despiadado productor de Hollywood cuyas brutalidades sexuales han desencadenado el movimiento #MeToo...? Nadie en su sano juicio diría eso, salvo quizás quienes se sienten iguales a ese inicuo personajillo: aquellos que son capaces de identificarse con él. Pero el sambenito de que el feminismo criminaliza a todos los hombres se repite como un eslogan encaminado a difamar un cambio necesario que tiene una firme base de justicia y avance social. Tachando al feminismo de amazonismo emasculador, y a las feministas de locas victimistas, se intenta contener un movimiento imparable. El más importante del último siglo. Una fuerza que planta cara, entre otras cosas, a la violencia que soportan tantas mujeres por el simple hecho de serlo. Y, sí: mañana habrá una huelga de mujeres. Y la virgen María la secundaría. Mi abuela se sumaría. Yo también.
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