Opinión
Hartura de lacito
El presidente de la FA, la Federación inglesa de fútbol, se lo ha dejado muy claro al entrenador del Manchester City y colaborador de las tiranías islámicas del Golfo. Creo que se apellida Guardiola, como el inolvidable intérprete, compositor y creador de la canción «Di, Papá», José Guardiola, que tanto nos emocionó a los españoles en el decenio de los setenta. El dirigente del fútbol inglés le ha advertido a Guardiola que exhibir el lacito amarillo es tan inaceptable como hacerlo con una esvástica, la hoz y el martillo o el emblema de Daesh, el terrorismo islámico. Y anteayer, parecida bronca se llevó en el Círculo Ecuestre el presidente del Parlamento de Cataluña, Torrent, por culpa del lacito. La bronca de un empresario alemán afincado en Cataluña. «Usted no puede llevar ese lazo porque su cargo representa a todos los catalanes, y la mayoría de ellos rechaza lo que usted lleva en la solapa». Previamente, otro empresario alemán le deseó su entrada en prisión: «Todos ustedes deberían estar en la cárcel». Y un tercer empresario alemán, el más comedido, le recordó que de incumplir la Constitución Española, el empresariado germano abandonaría Cataluña.
Guardiola, el del City y las tiranías islámicas, nada tiene que ver, aunque coincida en su nombre y apellido, con el trovador José Guardiola, autor de la insobornable melodía y letra de «Di Papá», que cantaba junto a su hija, a no ser que la hija fuera hijo y al cabo de los años se dedicara al fútbol profesional. El del City es más peligroso. Está inmerso de lleno en el Proceso independentista, y para él las leyes no pueden ser aplicadas en contra de sus dirigentes. «Son personas pacíficas que llevan más de cien días en las cárceles españolas». ¿Por qué, Guardiola? Nadie está en la cárcel por sentirse independentista o creer y soñar en la independencia de Cataluña, que como ha dicho Carod Rovira, a día de hoy es imposible. Están porque han delinquido, porque han alentado la violencia, porque han provocado tumultos, porque han financiado un refrendo ilegal, y van a ser acusados de rebelión y sedición. Puede almacenar más lazos amarillos para que no se destiñan, porque la condena que solicitará el Fiscal para los golpistas catalanes es de 25 años de reclusión. Para los encarcelados, para el payaso en fuga, para algunos de los que disfrutan de una generosa libertad bajo fianza o condicional, y para la valiente y arrojada dirigente de la CUP que se ha instalado en Suiza. Muchos lazos amarillos y duraderos necesita el entrenador del Manchester City, que en un alarde de adaptación asombroso, ha reconocido que «empieza a sentirse inglés». Lo siento por los ingleses, pero por mi parte, feliz y encantado. Un nuevo millonario inglés con intereses en los avanzados Emiratos árabes siempre será bien recibido en la City. Pero sin lacito.
Lo que han callado muchos empresarios de Cataluña durante décadas, lo han hablado unos empresarios alemanes sin ningún tipo de prudencias. Le han dicho a Torrent que de saltarse la Ley desde la presidencia del Parlamento, será un delincuente merecedor de ingresar, durante años, en la trena. Le han dicho que se van si mantienen la farsa de su independencia, que se ha demostrado tiene su origen en el 3% de los Pujol, los Mas y Convergencia. Han robado a los catalanes y resto de los españoles a manos llenas. Y le han dicho, con esa sinceridad y dureza que caracteriza a los nibelungos, que la exhibición de ese lacito coñazo, impostor y mentiroso, no es de recibo en quien representa a todos los catalanes, cuya mayoría abominan del lacito, del cobarde, de la sucia, de los Pujol, del 3%, de la DUI, de las trampas, de los Mozos golpistas y de la política que ha obligado a tres mil empresas, las más importantes, a escapar de ese territorio, antaño ejemplar y hoy en manos de unos desalmados gamberros.
Y al nuevo inglés, también sin lacito, que le den morcilla.
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