Opinión

Por qué paré

Existen millones de motivos contabilizados para explicar la huelga de ayer, cada persona es un mundo. No sé a ti, a mí me repelió desde un primer momento la idea de secundar cualquier iniciativa política, tampoco pensé en la repercusión de la ausencia televisiva. No me busques en el color malva, ni en ningún otro. Ayer quise ejercitar el derecho a la huelga porque, aun siendo consciente de la fortuna de haber nacido en mi época, país y familia, persisten en el primer mundo la desigualdad de género, la brecha salarial, el techo de cristal en el ámbito profesional, el macro y el micromachismo en lo cotidiano, el acoso laboral. De sobra conocemos la insoportable situación de ellas en países como Arabia Saudí. Vengámonos más cerca, a casa. Te confieso que ayer paré por mi hijo, para darle ejemplo. Por supuesto, por mi madre y mis abuelas, referentes femeninos que soñaron con tener la cuarta parte de mis oportunidades educativas y profesionales. Paré porque, como bien explicó aquí Ángela Vallvey, la Virgen habría hecho huelga y, francamente, ¡no diviso demonios por ningún lado! O sí, porque en esta España del siglo XXI el machismo mata más que ETA, una mujer es violada cada 8 horas, la brecha salarial sonroja y, por mucho que hayamos avanzado, escasísimas mujeres españolas ocupan puestos directivos de empresas e instituciones. Paré porque tengo la suerte de que mis actuales jefes comprenden y respetan las libertades ajenas, porque soy hija, hermana y compañera de hombres nobles. Me manifesté también en nombre de tantas trabajadoras que no pueden permitirse predicar con el ejemplo. Qué emocionante, por cierto, divisar nuestro rostro colectivo en las calles, hermoso y heterogéneo.

En el día después, en la resaca del estallido femenino, emocionante, histórico y mundial, temo que tanta escenificación se quede en declaración de intenciones, en postureo. Tantos millones de personas tenemos la responsabilidad de educar a los nuestros en la igualdad de derechos para que, más pronto que tarde, observemos el resultado nítido en esta sociedad atrapada en males crecientes como la violencia de género o las agresiones entre menores. ¿Para cuándo una presidenta del Gobierno?, pregunto. ¿Hasta cuándo habrá que acudir a la definición del diccionario, qué cansino, para recordarle a algunos el significado de la palabra feminismo?