Opinión
Cuentas para hacer amigos
Cristóbal Montoro se presenta en privado como un «soldado» del Gobierno al que dicen «vamos aquí, vamos allá» y obedece. Montoro, que se ha convertido en uno de los ministros más políticos del equipo de Mariano Rajoy, ha condimentado, con las instrucciones recibidas, los Presupuestos más políticos, alegres y amables desde que el PP relevó a Zapatero en el Gobierno. Son unas cuentas para hacer amigos, que sus adversarios tendrán pocos argumentos técnicos para rechazar, pero que tampoco le garantizan a Rajoy más votos, que es lo que persigue todo político.
Montoro dice que son los Presupuestos de «los funcionarios, de los pensionistas y de los trabajadores de rentas medias y bajas». Es cierto, dos millones de funcionarios y siete millones de pensionistas serán beneficiarios directos de estas cuentas. A muchos, no obstante, todo les sabrá a poco, incluso las rebajas en el IRPF, y eso es lo que utilizarán Pedro Sánchez y el PSOE, y Podemos y Pablo Iglesias, como ha avanzado Irene Montero, que ya ha puesto el grito en el cielo.
Rajoy, después de años de penurias, quiere aprovechar el buen momento económico y hace política. La economía española crecerá en 2018 un 2,7% –hay quien dice que más– y eso, con una recaudación prevista de 210.015 millones, permite algunas alegrías, pero sin pasarse. España, a pesar de todo, todavía tendrá un déficit del 2,2% del PIB –unos 25.000 millones–, y la mitad procederá de la Seguridad Social, es decir, de las pensiones, el gran problema pendiente, que sólo un acuerdo global de las principales fuerzas políticas podrá encauzar con éxito.
Los Presupuestos aprobados ayer están pendientes de los detalles –no habrá sorpresas– que se conocerán el martes. Ese mismo día, el Fondo Monetario Internacional ha organizado en Madrid, junto con el Banco de España, una infrecuente Conferencia para analizar el éxito económico español en la salida de la crisis, convertido en un referente.
El guiso presupuestario de Montoro, además del más amable y alegre, es el más político de este Gobierno, en el que se acaba de estrenar Román Escolano con unas previsiones que ya hubiera firmado su antecesor, Luis de Guindos, a finales de 2011. Las cuentas podrían ser más ortodoxas, pero también son prudentes y realistas, como admite la AIREF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), que preside José Luis Escrivá y que tantas veces las ha tenido tiesas con el Gobierno.
Rajoy, además de ir un paso más allá que Albert Rivera en el anuncio de la subida de pensiones –la política es así–, deja su órdago encima de la mesa. El portavoz Íñigo Méndez de Vigo acierta esta vez cuando plantea la responsabilidad de quién impida que los Presupuestos vean la luz. El PNV se refugia en el artículo 155, pero corre el riesgo de no poder subir el sueldo a sus 70.000 funcionarios, porque el Gobierno español recurrirá la Ley de Presupuestos Vascos. Urkullu quiere Presupuestos, porque se juega mucho dinero y votos, pero no sabe cómo resolver el dilema.
El órdago presidencial también apunta al PSOE que, en última instancia, sería responsable de que las subidas para funcionarios, pensionistas e incluso la bajada del IVA del cine quedaran en nada. Los socialistas, alegarán que todo es poco y que ellos serían más generosos, pero les resultaría difícil explicar, también a los suyos –y el Gobierno lo utilizaría–, que no tendrían los aumentos ya anunciados en unos Presupuestos para hacer amigos.
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