Opinión

Errores breves; tonterías, las justas

Un líder socialista, añorado por los críticos de Pedro Sánchez, defiende que «los mejores errores son los más breves, de los que se sale enseguida». El experimentado dirigente del PSOE duda de su secretario general porque «del sectarismo no se sale» (sic). El error de Sánchez consistiría en haber ganado la batalla de los militantes, pero tener pendiente la de los votantes. La dirección del PSOE le recuerda a los godos, cuya élite dirigente apenas se relacionaba con unos pocos.

La perseverancia en el error puede ser tan peligrosa como determinante en la política actual. Francis Bacon ya advirtió de que «ningún medio para prosperar es más rápido que los errores ajenos». Albert Rivera (Ciudadanos) parece el paradigma perfecto, mientras que Pablo Iglesias, futuro padre feliz que ahora confiesa su fe peronista –el movimiento que ha arruinado sucesivamente a Argentina–, creció sobre los errores de sus adversarios, pero tropieza en los propios con frecuencia. Rivera, por cierto, afronta ahora el problema de la avalancha de adhesiones de profesionales de la política, procedentes tanto del PP como del PSOE, dispuestos a todo para mantener un sueldo derivado de la política.

En Cataluña, los CDR (Comités de Defensa de la República), quieren arrastrar a su estrategia de violencia de baja intensidad –por ahora– a las organizaciones catalanas de UGT y CCOO, dirigidas por Camil Ros y Javier Pacheco. Josep María Álvarez y Unai Sordo, secretarios generales de ambos sindicatos, intentan eludir el error –y con rapidez– de verse implicados en una o varias huelgas generales –es lo que persiguen las CUP de la fugada Anna Gabriel–, que dañarían todavía más a la economía catalana, que ha pasado de estar en cabeza del crecimiento español al furgón de cola.

Íñigo Urkullu, más allá de los excesos mitineros de hoy en el Aberri Eguna, debate consigo mismo si es un error no apoyar los Presupuestos Generales, por mucho que se lo pida su militancia más radical encabezada por Egibar. Nadie le garantiza que eso evite la temida fuga de votos hacia el abertzalismo. Mientras, en la Moncloa, Mariano Rajoy, que no es inmune a los errores y se ha desmelenado con los Presupuestos, recuerda que Thomas Jefferson recomendaba que «dilatar es mejor que errar», algo que Arriola traduce como «tonterías, las justas». El futuro, pues, será de quien cometa menos errores.