Opinión
Futuro
El futuro es lo que no ha sucedido. Nos preocupa porque tenemos de él una idea lineal. Creemos que nos espera, y nos gusta pensar que podríamos hacer de ese sitio algo confortable que aguardara desde lejos. El destino final del viaje existencial. Vana ilusión, por otra parte. Bien es cierto que se pueden sentar las bases para que el medio plazo sea lo más favorable posible. Pero el largo alcance siempre estará sometido a variables incontrolables por la voluntad humana.
El futuro se nos escapa a diario de las manos. Nadie lo puede certificar. Resulta casi enternecedor oír por ejemplo a ciertos economistas hablando (vanamente) de cómo será el sistema de pensiones dentro de 50 años. O a nativos fervorosos, preocupados porque «no nacen niños españoles». O a peritos catastrofistas, augurando un porvenir apocalíptico. En este mundo en que abunda la infoxicación, la infobesidad, la sobrecarga informativa, a veces tropezamos con artículos que parecen escritos a varias manos (y sobre todo pies) por Hobbes, Chicho Terremoto, Maquiavelo y un youtuber alterado.
Después de leer tales textos, plagados de atrevida confusión, al lector le invade la depresión, siente ganas de tirar la toalla... Los anuncios aterradores incitan a la parálisis individual y, a la vez, al trastorno colectivo. ¿De qué sirve luchar a diario si nos anuncian constantemente que todo va hacia el carajo? Los guardianes de las esencias raciales se resisten a admitir, verbigracia, que dentro de 100 años no quedará nada de Europa, tal como la conocemos.
Si el color de la piel es algo trascendental para algunas personas, más les vale asumir que el futuro de Europa, y del mundo, no será blanco, sino de otro color, una mezcla quizás de los tonos más dominantes, genéticamente hablando. Pero, ¿tanto importa el color de la piel de los futuros ciudadanos europeos, de la misma Tierra...? ¿Es racional (y no digamos moral) ser «racista preventivo» y preocuparse por la raza a cien años vista...? La presión demográfica inmigrante no se podrá contener, y lo que importa es si hay fundamentos sólidos, institucionales, legales, democráticos, para construir un futuro para la especie humana más justo, equilibrado y respetuoso con el planeta. Y eso, aún sabiendo que el futuro es un no-lugar, siempre incierto. Un viaje en la oscuridad.
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