Opinión
¡Cambiemos la ley!
Leo la famosa sentencia y te visualizo en aquella noche loca sanferminera, con unos «kalimotxos» de más. Te besas con un chico y, no sabes cómo, te ves de repente en un portal oscuro, rodeada de cinco maromos con pretensiones de materializar todas sus fantasías sexuales contigo. Te desnudan y consuman varias veces. Tú, en un comportamiento reflejo que comprendo absolutamente, tú te dejas llevar, cierras los ojos. Y así pasan muchos minutos, hasta que todo acaba. Ellos se han largado ya y entonces, temblorosa, buscas a tientas tu móvil, pero se lo han llevado. Del corazón a los ojos te sube el llanto mientras caminas por una calle solitaria, más lejos que nunca de tu ciudad. Alguien aparece mientras sollozas, le pides ayuda. Te ha nacido desde entonces un trauma que cargas, tatuado, ya para siempre. Claro que quieres ser feliz, eres joven y bella. Olvidas cada día un poco y, a veces, al evocar aquel infierno, confundes los detalles, nunca jamás el contenido. Pero todo esto, frente a tres jueces con la ley en la mano, es igual a abuso sexual. Tú consentiste aquel juego, nadie te hizo un daño físico. Los magistrados coinciden en que no hubo violación, y se quedan tan panchos frente a una sociedad perpleja, deseosa de una sentencia ejemplar, que grita de nuevo en las calles su indignación. Pequeña, ayer te pasó a ti, ha vuelto a ocurrir después y seguirá sucediendo. Qué me vas a contar que yo no sepa. Por ti y por todas las demás, tienes hoy a la mayoría de la opinión pública de tu parte, incluye en la lista a la Policía.
Por supuesto, lo tuyo tiene que recurrirse y me juego el cuello a que existen muchas posibilidades de matizar el futuro penitenciario de tus agresores. Lo veremos y lo contaremos. Una violación no tiene por qué implicar un daño físico. Hubo intimidación en tu caso, porque te sentiste impotente. Hubo consentimiento en tu caso, porque experimentaste parálisis frente al asalto grupal. Ojeo ahora los pasajes más descriptivos de lo que te hicieron esos individuos y, como poco, siento asco. El solo acto lector de tu historia me agrede. Si esos tres magistrados han sentenciado conforme a la ley, ¡cambiémosla ya! Código Penal, artículos 178 y 181.
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