Opinión

La chistera sin fondo de Montoro

Felipe González recordaba con frecuencia que el mitificado Olov Palme siempre le insistía en que, sobre todo, debía tener un buen ministro de Hacienda. Al fin al cabo, como repetía Carlos Solchaga, «la política casi siempre es economía». El PNV y el Gobierno han vuelto a demostrarlo esta semana. La gloria se la han llevado los vascos de Urkullu, Ortúzar, explicada con desparpajo –sobrado como los de Bilbao– por su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban. Millones de pensionistas en toda España han descubierto, de repente, el lado amable del PNV, que ahora mismo lo que más teme es un adelanto electoral en el que Albert Rivera , como apuntan las encuestas, llegue a la Moncloa.

Mariano Rajoy, decidido a terminar la legislatura en 2020, ha tenido que ceder ante el PNV y archivar la reforma de las pensiones de 2013 en el desván del olvido. Era impopular e imperfecta, por mucho que la defendiera Fátima Báñez, y porque «la política es economía» se ha estrellado, lo que no impide que sea urgente una reforma de las pensiones, que acepte la sociedad, y que haga viable un sistema que ahora no está claro que lo sea.

El órdago ganado por el PNV significa un gasto extra de unos 1.500 millones de euros este año que, de algún lugar tienen que salir, y es ahí donde aparecen Cristóbal Montoro y su veteranía. El ministro de Hacienda que, digan lo que digan sus críticos, tiene oficio, sabe que tiene que tener siempre alguna hucha para atender imprevistos, aunque solo cuando se lo reclame el presidente, que es su único jefe. Montoro, incluso antes de que el PNV planteara su última exigencia, ya le había adelantado a Rajoy que la recaudación tributaria, sobre IRPF e IVA, «va como un tiro» hasta abril. con aumentos superiores al 8,5%, y aunque en teoría no sirven para pagar pensiones, engordan la bolsa común y luego todo se encajará. El ministro de Hacienda esperaba dedicar los ingresos extra a una reducción adicional del déficit. Ahora, sobre la marcha, hay cambio de planes que, además, tendrán que recibir el visto bueno de Bruselas, que también espera un gran acuerdo de Estado –el Pacto de Toledo–, realmente viable, sobre las pensiones. Mientas tanto, Montoro, sobre la marcha, anuncia un impuesto nuevo a las grandes tecnológica, pero eso lleva tiempo. Por eso, ahora que son tiempos de relativa bonanza, el ministro recurre a su chistera sin fondo, como la de los magos, para que Rajoy pueda seguir adelante.