Opinión
Negocio de comisiones
Francisco González (FG), presidente del BBVA, es uno de los grandes abanderados de la banca digital, aunque el punto fuerte del negocio del BBVA todavía sea la banca tradicional. Ana Botín, presidenta del Santander, quizá habla menos del asunto, pero tiene preocupaciones similares, con la diferencia de que la entidad financiera que encabeza es la única española que juega en las grandes ligas globales de las finanzas, en las que Amazon, Google y otros operadores digitales ya empiezan a reclamar su propio hueco, no ya al sol, sino al «bit».
Los resultados de los cinco mayores bancos españoles (Santander, BBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell) del primer trimestre de 2018 son un ejemplo de la transformación del negocio. Las entidades que pilotan Botín, González, Gual, Goirigolzarri y Oliú ganaron en conjunto 4.586 millones de euros, un 15% más que en el mismo periodo del año anterior, lo que significa que el negocio «evoluciona favorablemente».
Los matices surgen en los detalles, porque el negocio bancario tradicional –captar recursos a un precio y prestarlos a otro superior– cada vez representa menos en el monto total y en los beneficios. Al mismo tiempo, los ingresos por comisiones cada vez tienen más importancia, hasta el punto de en ese primer trimestre alcanzaron la cifra de 5.394 millones de euros, casi una cuarta parte del margen bruto de los bancos, e incluso superior a los beneficios. En resumen, es lo que cobran los bancos por los servicios que prestan, por gestionar patrimonios y por custodiar valores. Y todo indica que, en el futuro digital, la rentabilidad de esa actividad irá a más, mientras que –con una competencia feroz– se reducirá la que se obtenga por captar y prestar dinero. No es ni bueno ni malo, pero el negocio bancario cada vez será más un negocio de comisiones. Ahora, los bancos viven una transformación acelerada y solo sobrevivirán los que mejor se adapten, con o sin un Darwin financiero que lo explique.
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