Opinión

Tomadura de pelo

Me dirijo a ti dolida, hoy no me cabe otra opción vital que recordarte lo que eres: una banda asesina, pistolera, cobarde. Cuánto daño hemos acumulado todos por tu culpa, generaciones enteras hemos crecido sintiendo escalofríos, miedo e impotencia ante tus repetidas bombas, tiros en la nuca, secuestros, extorsiones. Miguel Ángel Blanco asesinado te representa, ETA. Por mucho que te empeñes, millones de españoles siempre ignoraremos tus intentos de trascender como organización política a los ojos del mundo. Explicaremos la huella criminal que arrastras a nuestros hijos y nietos. Recordaremos al concejal de Ermua y a los otros cientos de víctimas que ahora ni siquiera distingues en tu agonía.

Pretendes dejar una impronta equivocada, un documento que, francamente, me parece una gran tomadura de pelo. Es lo primero que he pensado al leer el comunicado –parece que ahora ya sí– de ese final que anuncias arropada por mediadores internacionales, tan ceremoniosa. ¿Cuántas más proclamas del estilo nos quedan por ver? Cada vez que te diriges al pueblo vasco, ETA, destilas prepotencia, frialdad, desconexión de la realidad. Cada vez que reapareces, ETA, jamás buscas reconciliación, quién dijo arrepentimiento.

Nos enuncia el jefe terrorista en paradero desconocido Josu Ternera que llegas al final, que se acabó, y nos dice cómo, cuándo y en qué condiciones. No nos pide nadie comprensión, ni perdón. Ya explicaste recientemente que solo sientes pesar por las víctimas colaterales de tu terror ejercido durante décadas. Das las gracias a unos pocos de una acera, por boca del hombre que te dirigió en tus años más oscuros y sanguinarios, el mismo que aún no ha rendido cuentas en España por sus delitos.

ETA, podrás decir misa, montar teatrillos y otros eventos, aquí o en Honolulú. Me entra por un oído y me sale por el otro. Solo deseo de ti la condena expresa de tus crímenes y las disculpas más sinceras. Sólo quiero de ti un milagro, un derroche de ética. Cómo le explicas hoy a miles de familias que los criminales que acabaron con los suyos desaparecen del mapa pretendiendo que pasemos todos página, que nos pongamos de perfil. Solos para siempre con su dolor, ni reconocidos ni consolados... ETA nos quieres olvidadizos, y va a ser que no. ¿Mirar y callar? Yo no quiero, yo no puedo.