
Opinión
La «Evita» de Arganzuela
No le gusta la España que le dio acogida cuando vino del Perú,–aunque puede que su aspecto desde entonces haya mejorado– tampoco le gusta ese «rollo» de la hispanidad y además detesta a un Estado cuya Constitución prometió para conseguir la nacionalidad y al que acusa de promover el racismo y la xenofobia institucional. Rommy Arce personifica de manera especialmente palmaria las dos grandes rémoras que lastran la gestión de Manuela Carmena al frente del Ayuntamiento madrileño, la ineptitud e incompetencia en la gestión y el autoritario extremismo sectario. Tal vez valga la pena asumir el peaje de centrarme en un personaje que sería irrelevante en cualquier situación de normalidad socio política, para reparar en algunos detritus que se han ido, primero instalando y después acomodando en la vida pública... Incendiar las redes sociales vertiendo falsedades contra el Estado y la Policía tras la muerte por causas naturales de un mantero hace semanas en Madrid no deja de resultar lamentable, pero ratificarse en ello ante un juez y escudarse a continuación frente a la Prensa en un supuesto acoso político del Estado, da la medida de personajes amparados en la obligada condescendencia de una alcaldesa rehén de piromanos. Ni un paso atrás en la utilización de las instituciones para barrenar a ese mismo sistema que curiosamente abrió sus brazos y facilitó a una inmigrante las suficientes ayudas para integrarse, conseguir a continuación con las correspondientes becas dos licenciaturas y por supuesto hacerle hueco como trabajadora en el sector público.
Este mismo «Estado opresor» es el que permitió a Rommy Arce acceder con plenos derechos a la condición de candidata a unos comicios municipales y su legítimo acceso a un Gobierno en el que asumiría la responsabilidad en los distritos de Usera y Arganzuela, donde llegó con el «currículum» de activista antisistema, bibliotecaria en la Complutense de Carrillo jr. y vehemente colaboradora de la plataforma Alfon en defensa del delincuente condenado por tenencia de explosivos en la huelga general de 2012. Que Arce se muestre como una «Evita» de Arganzuela cediendo espacios públicos al indigenismo mal entendido, al movimiento «okupa» y al independentismo es algo que solo los electores se encargarán de ponderar en su momento. Cosa muy distinta es la utilización de instituciones y recursos públicos para fomentar el odio al Estado europeo que la acogió y que, como fronterizo que es, apechuga con el «marrón» del que otros socios del norte se desentienden. Con lo estupenda que tú te sentirías Rommy tomándote un sandwich de salmón en un café de cualquier ciudad nórdica... ¿Cómo no reparaste a la hora emigrar en que también había vuelos Lima-Estocolmo?
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