Opinión

El #MeToo español

La semana que viene nos enfrentaremos, según nos cuentan, a dos investiduras –Gobierno de Madrid y Generalitat catalana–; tendremos que estar pendientes de la evolución del desencuentro que ha forzado Albert Rivera con Mariano Rajoy –ya será menos– y, cómo no, de una guerra que se nos enciende sin remedio en Oriente Próximo. Claro que todos esos asuntos me preocupan pero no me producen, ni de lejos, el escalofrío que he sentido al leer el balance último de la criminalidad en España. ¿Qué nos está pasando?

Comunica el Ministerio del Interior que las denuncias por violación han aumentado un 28,4% en el primer trimestre del año, 371 avisos han recibido los agentes por delitos de este tipo, algo más de cuatro al día. Repito, ¿qué nos sucede? En solo tres meses, ¿qué factores han provocado este alarmante aumento de violencia sexual? ¿O será que las mujeres españolas empiezan, por fin, a dar parte de sus más oscuras vivencias? Si es así, chapeau, valientes.

En estos tiempos del #MeToo global y de la lucha por la igualdad real de género, el movimiento feminista español lo encarnan las miles de personas que protestan regularmente en las calles por la sentencia de La Manada. Apoyé desde este periódico el 8 de marzo español, dignísimo, y ahora aplaudo la petición de reformas legales que impidan sentencias tan dolorosas como la que ha tenido que escuchar la joven víctima de los Sanfermines.

De su lado se han puesto de inmediato los alumnos, en los institutos y en las universidades. Pero a La Manada, ojo, también le ha salido un defensor en un campus. El individuo en cuestión se llama Luciano Méndez Naya y se dedica... ¡a educar! Sí, es profesor titular en la Universidad compostelana. Desde la cocina de su casa, se ha grabado Luciano un rollo macabeo en el que pide la absolución de La Manada, desprecia a la víctima y da por sentado que ella disfrutó aquella noche, en aquel portal.

Por favor, Luciano, no cuelgues más barbaridades en las redes. Sabes perfectamente que aumenta sin tapujos la presión social sobre el tipo de machismo radical que desprendes, y tú vas y reincides. Tus alumnos ya denunciaron tus comentarios machistas, hace un par de años. ¿A qué esperan tus superiores para inhabilitarte?