Opinión
Susto desde el país de la fantasía
Los árboles que agitan Quim Torra, nuevo presidente vicario de la Generalitat, y su jefe Puigdemont, ocultan el bosque en el que se amontonan otros muchos asuntos tan o más decisivos. Es probable que ni den ni quiten tantos votos, pero influirán incluso más en la vida de los ciudadanos, españoles y de toda Europa. La prima de riesgo española -celebérrima en los peores momentos de la crisis- subió ayer más de un 12%, pero lo mismo ocurrió con la italiana, belga e incluso francesa. Los líderes italianos Luigi di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini (Lilga Norte) han pactado un programa de Gobierno, extremista de izquierdas y de derechas -una síntesis explosiva- que apunta a la línea de flotación de la Unión Monetaria y que rezuma antieuropeísmo. El termómetro de la prima de riesgo lo detectó enseguida y la italiana superó ayer los 166 puntos, casi el doble que la española y 140 puntos más alta que la francesa. Para España, la primera consecuencia, que ahora pasa inadvertida para la mayoría, es que el Tesoro Público tuvo que pagar más en los mercados para obtener el dinero que necesita.
El programa de los extremistas italianos es un pastiche que incluye expulsiones masivas de inmigrantes irregulares, bajadas radicales de impuestos y una renta básica de ciudadanía de 780 euros mensuales, sin olvidar subvenciones para guarderías solo para familias italianas. Todo eso sin olvidar que Salvini y Di Maio sueñan con una condonación de 250.000 euros de deuda y la salida del euro. Gianluca Codagnone, analista italiano de la gestora española Fidentiis, lo ha definido como «Fantayland» (país de la fantasía) y ha calculado que la broma generaría un déficit de 140.000 millones en 2020, un 9% del PIB. Inasumible también para Italia.
Italia asusta a Europa. Puede servir de ejemplo a otros populismos, ahora que la economía europea empieza a desacelerarse. El programa de los líderes italianos conduce al desastre pero, a muy corto plazo –la catástrofe tardará algo en percibirse–, puede insuflar oxígeno a otros extremistas, ahora de capa caída, también en España. La búsqueda de solución al enredo catalán es el problema español más urgente, pero hay que vigilar otros asuntos más allá de Torra –a quien no cuesta identificar con Salvini y Di Maio- y Puigdemont, porque la espiral populista y antieuropea es una garantía para la catástrofe. España no tiene futuro fuera del euro, ni puede soñar con su propio «Fantasiland». ¡Ojo!
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