Opinión
Crimen en el paraíso
No hay crimen en el paraíso. El asesinato es algo propio del capitalismo. Fue la consigna de Stalin, repetida cual mantra hasta la saciedad. Se la creyeron, o simularon hacerlo por mera supervivencia. Por eso no había gulags, sino campos de reeducación en la Rusia estalinista, por eso no había oposición, sino contrarevolucionarios y traidores. Algunos niegan la realidad borrando unas palabras y disfrazando otras. Adulterar el léxico es una manera de mentir. Pero repetir mil veces una mentira no la convierte en verdad, ni tampoco en veraz. Que un presidente del gobierno rehúse pronunciar la palabra crisis no la convierte en invisible; la palabra puede, la situación, no. Repetir mil veces que uno se compra un chalet de más de 600.000 euros para que los hijos vivan en el campo y preservar su intimidad, no lo hace verdad.
Y aún hay quien mejora la «no verdad» diciendo que es una simple casa a las afueras de 3 dormitorios. Jugar a enviciar las palabras no hará que muten su significado real. Sucede continuamente. Empezaron los políticos y los jueces, y siguieron los periodistas. En realidad, desconozco cuál fue el orden. El otro día, mi admirada Susana Griso me invitó a su programa para marcarme un Umbral y hablar de mi libro. Escuché a un invitado hablar de crisis humanitaria, problemas de raza, limpieza étnica, fascismo, nazismo. No hablaba de Siria, de Bosnia, del Holocausto, de la Italia de Mussolini; hablaba de Cataluña. Mi querido Albert Castillón me preguntó si quería decir algo, pero opté por no hacerlo. Retorcer, romper o prostituir las palabras para tergiversar la realidad, hace añorar el silencio. Las palabras deberían declararse en huelga en según qué bocas.