Independentismo

Crisis en el independentismo: lluvia de dimisiones en el Consell de la República, el chiringuito de Puigdemont

Una veintena de representantes abandonan el organismo que dirige Jordi Domingo y denuncian irregularidades, autoritarismo y opacidad en la institución

Puigdemont y presidente del Consell de la República coinciden en la necesidad de "reforzar" la entidad independentista
Puigdemont y presidente del Consell de la República, Jordi DomingoEuropa Press

El independentismo catalán vuelve a dar muestras de fractura, descomposición interna y agotamiento estratégico. Veintidós representantes territoriales han dimitido en bloque del Consell de la República, el órgano paralelo creado por Carles Puigdemont en Bélgica tras el 1-O, denunciando públicamente el “autoritarismo”, las "irregularidades", la “opacidad” y las “malas prácticas” de la actual dirección presidida por Jordi Domingo.

Los dimisionarios han hecho pública una durísima carta, como informa el digital El Món, en la que no solo renuncian a sus cargos, sino que anuncian también la disolución de seis consells locals: Les Corts, Gràcia, Avinyonet del Penedès, Sant Climent de Llobregat, Bages y Segrià. En el escrito, aseguran que “la democracia en la institución ha sido gravemente herida” y que el Consell está “abocado a la destrucción”.

Los firmantes acusan a Jordi Domingo de haber vaciado de contenido democrático al Consell desde su llegada, hace cinco meses, y de no haber presentado todavía ningún plan de gobierno. Denuncian una gestión autoritaria y sin transparencia, que se niega a rendir cuentas económicas ni técnicas. Además, afirman que sus colaboradores han manipulado listados de votación para ganar apoyos en la Asamblea Territorial, y que se han utilizado decretos internos para tapar irregularidades flagrantes.

Entre los nombres más relevantes que firman la dimisión están Carlota Canut (exjefa de gabinete del Consell), la histórica activista Blanca Serra, el actor Toni Albà o Carles Casals, referente del organismo en la comarca del Bages. Todos ellos aseguran no actuar “ni por resentimiento ni por un mal perder”, sino por “no querer ser cómplices del declive del Consell”.

El “Consell de la República”: un chiringuito sin control ni función real

Creado por Puigdemont en 2018 desde Waterloo, el Consell de la República nació como una supuesta “institución en el exilio” que debía garantizar el mandato del referéndum ilegal del 1-O, mantener viva la internacionalización de la causa y pilotar una república catalana virtual. En la práctica, ha funcionado como una estructura paralela al Govern, sin reconocimiento jurídico ni competencias efectivas, y con acusaciones recurrentes de sectarismo y opacidad. Un chiringuito creado a la medida de Puigdemont.

Desde el inicio fue señalado como una herramienta al servicio de Junts per Catalunya, de la que la CUP se desmarcó públicamente. En los últimos meses ha estado envuelto en varias polémicas, especialmente por su anterior vicepresidente Toni Comín, protegido de Puigdemont. Comín fue acusado de desviar fondos y, más tarde, se vio salpicado por denuncias de acoso sexual y abuso de poder, lo que le hizo perder las elecciones. La crisis que ahora estalla, con nuevas dimisiones y denuncias internas, pone en cuestión la propia viabilidad del Consell.

Fractura también en la ANC: el independentismo civil pierde pie

La crisis del Consell no es un caso aislado. Hace apenas unas semanas, la Assemblea Nacional Catalana (ANC)sufrió su propio terremoto interno, con varias dimisiones en la cúpula y fuertes críticas a su presidente, el cantautor Lluís Llach. Denuncian que la entidad ha sido absorbida por el establishment político, ha renunciado a sus principios fundacionales y ya no representa una herramienta válida para avanzar hacia la independencia. Acusan a la dirección de haber silenciado la disidencia, fomentado la división interna y abandonado la unilateralidad como vía política. El independentismo, sin estrategia ni cohesión, muestra signos claros de agotamiento.

Estas dos crisis paralelas, en el Consell y en la ANC, reflejan un mismo fondo: el independentismo catalán está dividido, sin estrategia, sin dirección y sin apoyos sociales mayoritarios. Ni el frente institucional ni el civil logran articular un camino común ni renovar su discurso. La desconexión con la ciudadanía es creciente, y los intentos de reconstrucción de estructuras paralelas, como el propio Consell de la República, fracasan uno tras otro. La desmovilización es evidente, y la “unidad estratégica” que reclaman desde hace años sus líderes parece más lejana que nunca.

Además, la semana pasada se hicieron públicos los datos del último barómetro de opinión política del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO). Según el informe, si durante los años álgidos del procés, 2017 y 2018, el apoyo a la independencia de Cataluña rozó el 50%, a día de hoy goza de un respaldo 10 puntos inferior, es decir, se sitúa en el 40%. Esta desafección se ve reflejada en la pérdida de mayorías independentistas en el Parlament catalán, donde tras 15 años, el PSC ha vuelto a gobernar, y los gobiernos de Junts y ERC cada vez pierden más alcaldías a lo largo y ancho de Cataluña.