Opinión

Moción de postureo

No veo «chicha». La moción de censura sólo puede obtener los 176 votos necesarios en dos supuestos. Uno, la gran coalición de partidos nacionalistas con las izquierdas y dos, las izquierdas con Ciudadanos. Para la primera es preciso el PNV, para la segunda se necesita un acuerdo entre Rivera, Iglesias y Sánchez. Ambos son imposibles metafísicos. Los del partido naranja ya dan bien en las encuestas, son el recambio y figuran como una nueva vuelta de tuerca contra el separatismo. En cambio, Sánchez necesita madurar el fruto, por eso propone ser presidente un tiempecito, pero sin pasar por urnas. A Ciudadanos le convienen elecciones ahora, al PSOE no. Fin de uno de los supuestos.

Vamos al segundo. El PNV estaría cómodo en un acuerdo federalista de las izquierdas y los separatismos, pero el problema es que Sánchez también habla de comicios, aunque sea a medio plazo. Y lo que los jeltzales temen como un nublado es una victoria electoral de los naranjas. «Ciudadanos es muy malo», ha subrayado Ortúzar. No, no, para el nacionalismo vasco son mejores dos años de Mariano Rajoy con presupuestos enjundiosos que Rivera dentro de seis meses o un año.

O mucho me equivoco o «fuese y no hubo nada». Aquí –como en el soneto de Cervantes– hay un farol. Es una moción de postureo, destinada a relanzar a Pedro Sánchez como alternativa al PP y desplazar a Podemos. Para que se visualice que el cambio es posible... en el futuro.