Opinión

El abrazo del boxeador sonado

Albert Rivera estaba advertido y procuraba prepararse, pero nunca imaginó que Pedro Sánchez lanzara ahora su órdago en forma de moción de censura. Rajoy tampoco, hasta el extremo que tenía muy adelantadas las negociaciones con el líder del PSOE para la renovación de Linde en el Banco de España, para la del Defensor del Pueblo –está en funciones Fernández Marugán– y también para la presidencia de RTVE. El jefe de los socialistas, con la aquiescencia del inquilino de la Moncloa, quería que esos asuntos fueran algo de PP y PSOE y que se visualizara. Significaba también, por mucho que lo mimen las encuestas, orillar a Albert Rivera, que es rival y grano electoral tanto para populares como para los socialistas.

Pedro Sánchez, por iniciativa propia o presionado por quienes le critican que el PSOE está prácticamente ausente, ha roto la baraja. Ha creído ver una oportunidad y se ha lanzado de cabeza. Piensa que es el mejor, el más corto y quizá el único camino que tiene hacia la Moncloa. No confía en el resultado de unas elecciones inmediatas, como reclama Rivera. Por eso anuncia que quiere gobernar, ocupar las instituciones, y que ya habrá tiempo para votar.

El líder del PSOE, sin embargo, afronta riesgos considerables y, sobre todo, pone en peligro la estabilidad económica española y alimenta incertidumbres. La prueba es que el anuncio de la moción de censura y de que Ciudadanos quiere elecciones disparó la prima de riesgo ¡más de un 15%!, que ya supera los 106 puntos, cuando hace un mes estaba en 66,8 puntos. Es el precio de la estabilidad que, hasta ahora –incluso sin mayorías parlamentarias–, los mercados valoraban y ahora ponen en entredicho. Temen que de las urnas salga un Parlamento ingobernable. La moción de censura, además, deja en el limbo los Presupuestos Generales. El PP puede aprobarlos en el Senado con su mayoría absoluta, pero una vez que Sánchez haya ganado o perdido su órdago. El Gobierno también puede nombrar unilateralmente al Gobernador del Banco de España pero pactarlo, al menos con el PSOE, sería mejor. Rajoy es un campeón de la resistencia, capaz de sobrevivir a este episodio, pero entonces el resto de la legislatura sería enrevesado. PSOE y Podemos irán a lo suyo. En Ciudadanos han visto el abismo y no colaborarán. Para Rivera, el PSOE y también el PP son dos boxeadores sonados, pero todavía temibles porque con un abrazo pueden asfixiar a un rival menos fajado.