Opinión
El poder desgasta, la oposición j...
Pedro Sánchez, nuevo presidente del Gobierno, apenas tiene 84 diputados propios. Fue investido con 180 votos, pero solo se puede fiar de los suyos. Cualquiera de los otros puede traicionarle en el momento menos pensado, desde Pablo Iglesias a Aitor Esteban y los peneuvistas que acaban de demostrar que sus lealtades, pagadas a precio de oro, pueden esfumarse en una semana sin sonrojarse. Los apoyos de los independendistas de ERC, PDeCAT, por no hablar de los Bildu, son todavía más volátiles. Sin embargo, Sánchez puede gobernar una larga temporada. Tiene el poder y eso es lo que importa. El político italiano Giulio Andreotti lo explicó hace años: «El poder desgasta al que no lo tiene». Carlos Solchaga lo tradujo al castizo en su época de ministro de Felipe González: «El poder desgasta una barbaridad, pero lo que de verdad jode (sic) es estar en la oposición».
Pedro Sánchez, además, se beneficia ahora de que «al que vence se le perdonan los más graves defectos y al que fracasa se le niegan todas las virtudes, hasta las más notorias», que era lo que decía el Conde Duque de Olivares, según la versión de Gregorio Marañón. Mariano Rajoy, ya fuera de la Moncloa, estará de acuerdo.
La gran baza del nuevo presidente radica en que, a pesar de su menesterosidad parlamentaria, tiene el poder y sus resortes. El Fiscal General del Estado, por ejemplo, cesa de oficio con el presidente del Gobierno. Sánchez, por lo tanto, nombrará uno nuevo, de su confianza. Por unos días no ha podido elegir al Gobernador del Banco de España, aunque Hernández de Cos, sucesor de Linde, no desagrada al PSOE y despierta algunas suspicacias en el PP. El subgobernador sí llevará el visto bueno del PSOE. Es el principio. Habrá nuevos responsables en RTVE. También puede haber baile al frente de grandes empresas participadas por el Estado, como Red Eléctrica y Aena, que ahora presiden dos ex secretarios de Estado del PP, Folgado y García Legaz. Y queda la joya de la corona, Bankia, presidida por José Ignacio Goirigolzarri. El Gobierno de Rajoy se comprometió a privatizarla tras sanearla, cuando se dieran las condiciones de mercado. Sánchez no está obligado a hacerlo. Es probable que ahora no haga cambios, pero la tentación de controlar un banco con más de diez millones de clientes puede ser irresistible. Todo legal, democrático, irreprochable, pero confirma que «el poder desgasta al que no lo tiene», y que lo que «de verdad j... es estar en la oposición».
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