Opinión
Estimado Don Mariano
Me resulta incomprensible su derrota en la Moción de Censura. Ignoro quién le ha aconsejado, una vez más y van... la pasividad, el regodeo que procura la brisa poco antes de convertirse en vendaval. Una dimisión a tiempo y la convocatoria de elecciones eran los pasos adecuados y justos. ¿Cómo confiar en el PNV, después de más de un siglo de traiciones? Traidor Esteban, llaman en Bilbao al portavoz en el Congreso. Todo está hecho y no hay marcha atrás. Creo que es usted un hombre bueno muy mal aconsejado. En eso se diferencia de su predecesor en el PP, José María Aznar, que era menos bueno que usted y su soberbia le impedía oír consejos.
Sólo aceptaba chismes de mediocres. Pero debe huir de la grandilocuencia, don Mariano. La frase queda bien y nos lleva a nieblas del siglo XIX, románticas e hirientes. En el año 2018 su gran frase de despedida suena a ridículo: «Ha sido un honor ser Presidente del Gobierno y dejar una España mejor que la que encontré». ¿Cree, en verdad, don Mariano, que ha dejado una España mejor? Olvídese de la economía, que es fluctuante y desleal. ¿En verdad es mejor la España que deja que aquella que recibió? La España que recibió, don Mariano, era una nación sana y harta de la presidencia de un perverso estúpido. Era una España que confió en usted mayoritariamente, dotándole de una mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado. Y esta España que deja es una nación sin Estado, cohibida y en manos de un petimetre que le ha dado la vuelta pactando con todos los que odian a España, incluidos los que usted había enriquecido para aprobar los presupuestos.
No es mejor la España que preside un okupa que no ha ganado nada en las urnas. No es mejor España la que ofrece a sus millones de votantes una derecha en bancarrota, desprestigiada por su indolencia. No es mejor España la que ha vuelto a dar alas a los separatistas en Cataluña porque usted no se atrevió a aplicar el artículo 155 con la contundencia y severidad que requería la situación. Usted le encomendó a Soraya, la que tanto le ha perjudicado, el seguimiento catalán, y permitió que la chulería independentista mantuviera el poder real de la calle. ¿Sabe lo que ha dicho uno de sus más leales colaboradores de su Gobierno y Partido? «Soraya se tomó el desafío catalán, el golpe de Estado en Cataluña, como si fuera un problemilla más de la cuenca hidrográfica del Ebro». Bueno, don Mariano, también nos deja, y multiplicado por diez, el silencio ante el odio de ese problema. Usted, con su mayoría absoluta, pudo haber revocado la Ley del rencor, la Ley de la Memoria Histórica, y no se atrevió. Usted, con su mayoría absoluta, podría haber emprendido la reforma de la ley electoral, tan injusta, tan rebosada de agravios comparativos entre los españoles.
Y no sólo no se atrevió, sino que gracias a ella ha sido usted expulsado por esa amalgama de antiespañoles, estalinistas y proterroristas que se sientan en un escaño del Congreso por una bolsita de votos que caben en un paquete de Pipas Facundo. Usted recibió una nación en mal Estado, pero con Estado, y nos deja una nación recuperada económicamente, sin prestigio internacional, con el Estado en ruinas y entregada a un pacto entre traidores, perdedores, cantamañanas, estalinistas, independentistas y proterroristas cuyos votos, en su totalidad, son imprescindibles para que Gobierne el títere que le ha dado la patada. ¿Es mejor esta España que aquella que se encontró? No, don Mariano. Usted nos ha dejado noqueados. Indolencia ante la corrupción. Indolencia con Cataluña durante cinco años... Y este es el resultado. España en manos de una caricatura barata del pésimo Zapatero.
Usted ha contado con estupendos y desperdiciados colaboradores y no ha sabido conocer a quienes le han llevado al abismo. Han sido antipáticos y distantes. Han sido cobardes e indolentes. Han mentido. Aún así, lo han hecho después de ganar limpiamente en diferentes citas electorales. Y ahora, aquella España ilusionada que les votó, está derrumbada, agónica y con el futuro incierto. No, don Mariano, usted nos ha dejado una España enferma, a la que poco a poco, y con la ayuda de Dios, el patriotismo y el trabajo, la haremos sanar sin su intervención.
Con sinceridad y afecto, atentamente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar