Opinión

La ola, Sánchez y Churchill

Pedro Sánchez está en la cima, quizá en su cénit y en su momento más dulce. Ha llegado a la Moncloa con las manos libres, más incluso que muchos de sus predecesores. Atesora una inmensa ventaja, que ya percibió Churchill: «un líder que ha sido aceptado solo tiene que estar seguro de lo que le conviene hacer. Los apoyos con los que cuenta como número uno son impresionantes. Si tropieza, hay que respaldarlo. Si se equivoca no hay que molestarlo sin necesidad. Si no sirve, hay que eliminarlo. Pero este último extremo no puede realizarse todos los días y, por cierto, menos cuando acaba de ser elegido».

Pedro Sánchez, además, lo reconozca o no, empieza a gobernar sobre la ola del sólido crecimiento económico –por encima del 3%– que le ha dejado Mariano Rajoy, de quien, con más sosiego y distancia, habrá que esbozar un elogio crítico. El todavía líder del PP salvó al país del desastre económico y encauzó la recuperación, pero no logró que eso fuera bastante para mantener el aprecio de suficientes votantes.

El líder del PSOE sabe que, si no comete grandes errores, tiene casi asegurados dos años de bonanza económica y también de reducción del desempleo. Por eso, aunque deba hacer el paripé, para él es una bendición heredar los Presupuestos Generales de Montoro que, además, ya son expansivos. Sufrirá muchas presiones –Iglesias y Podemos no han esperado–, pero es consciente de que su éxito depende de resistirlas. Está obligado a hacer gestos, hacia Cataluña y en asuntos sociales, pero eso no le compromete demasiado. Magdalena Valerio, nueva ministra de Trabajo, ha anunciado que convocará cuando antes –y eso es «ya», dice– a sindicatos y empresarios para estudiar la reforma de los «aspectos más negativos» de la reforma laboral.

El Gobierno de Sánchez, por lo tanto, abordará con urgencia esa contrarreforma, pero eso no significa que se apruebe enseguida. No puede arriesgarse a que, por ejemplo, ante grandes cambios, muchas empresas adelanten futuros ajustes, es decir, despidan ahora por lo que pueda ocurrir más adelante y rompan el ciclo. Habrá cambios laborales y sin duda importantes y lo más populares que sea posible, pero también medidos, con un calendario estudiado y con un intento de acuerdo sindicatos-patronal. Y eso lleva tiempo. Sánchez está en la cima, cabalga sobre la ola de la bonanza económica, y ahora, según el consejo de Churchill «solo tiene que estar seguro de lo que le conviene hacer».