Opinión

Sánchez, efecto boomerang

¿Cuántos estaban en primera línea hace solo un par de semanas y ahora no figuran en ninguna? Me pierdo con tanta noticia de impacto que causa, de entrada, una primera consecuencia: ¡el conflicto catalán se nos difumina! Lo vamos relativizando, para bien o para mal. Torra y los suyos siguen ahí maquinando, pensando en abrir embajadas en el extranjero, cierto, pero ya cogeremos ese toro por los cuernos, estamos ahora demasiado ocupados en otros personajes y situaciones que nos han robado momentáneamente la respiración. Hace nada se esfumó Cifuentes por unas cremas y un máster, se marchó después Rajoy ante la súbita moción de censura provocada por Gürtel. Qué desconcertante, por cierto, descubrir el chaletazo de los Iglesias en Galapagar, qué sorpresa colectiva la caída fulminante del seleccionador Lopetegui, a solo 48 horas del inicio del Mundial y, quitándole hierro al desastre, Fernando, el defensa histórico. Qué inquietud causan 629 personas a la deriva y qué reconfortante recibirlas pero, al mismo tiempo, qué circo se está montando en Valencia y qué cinismo acoger al grupo con honores, por autonomías, sacando músculo solidario mientras, permanentemente, damos la espalda a otros tantos inmigrantes que regularmente intentan saltar vallas con concertinas al sur del Sur (a ver si es verdad y se retiran de inmediato, Grande-Marlaska).

Fíjate que aún no he entrado en el terreno de las ministras y ministros ¡y siento sofoco! ¿Cómo acordarme de Torra teniendo enfrente a un Gobierno central tan imprevisible?

Acaba de dejar Màxim Huerta un Ministerio por su destapado fraude al fisco, y se marcha empañado en rencor (sé que te explicaste en caliente, pero eso no justifica que llames «jauría» a tus compañeros).

Llevamos una semana larga con Pedro Sánchez a los mandos y, con la que ha caído, aún no le hemos visto comparecer en rueda de prensa. No hizo comentarios sobre Huerta, ni los hace ahora de otro de sus ministros elegidos, Luis Planas, Agricultura, con la etiqueta de «imputado» desde 2016, cuando era consejero de la Junta de Andalucía. Quiero pensar que el presidente desconocía estas grietas. Él mismo usó en el pasado determinados medios para declarar intenciones y ahora, ese mismo material suyo, maldita hemeroteca, se vuelve contra él. Efecto boomerang lo llaman. ¿Quien dijo 100 días de gracia? Ni 24 horas.