Opinión
Huerta, el fisco, la ministra y la droga
Máxim Huerta ha batido todas las plusmarcas de fugacidad como ministro. El precedente más cercano es francés. El intelectual Jean Jacques Servan-Schreiber, fundador de L'Express, fue nombrado ministro de Reformas el 29 de mayo de 1974 por el primer ministro Jacques Chirac. Solo 13 días después, el 9 de junio, dimitía tras liderar una protesta contra la decisión del Gobierno del que era parte de reanudar pruebas nucleares en un atolón del Pacífico.
Servan-Schreiber apenas desgastó a su jefe. Tampoco el episodio de Huerta pasará factura a PedroSánchez, que se sintió engañado. Una cosa es estar en paz con Haciencia y otra que una sentencia vea «mala fe» del contribuyente y diga que pretendía defraduar.
El presidente afronta ahora asuntos de más calado para los que con frecuencia solo tiene buenas palabras. El primer ejemplo, la reforma laboral. Se puede «toquetear», pero sin mayoría parlamentaria no hay más margen. Habrá más casos. El próximo gran reto es el techo de gasto, que se debería aprobar las próximas semanas. Tendrán que retratarse Iglesias, Tardá, Esteban y otros que apoyaron la moción de censura. Puede ser el primer tropiezo de los Presupuestos para 2019 que difícilmente se aprobarán.
Al fondo, y para desengrasar, la anécdota de la ministra de Justicia Dolores Delgado, que ella misma contó a José Yoldi en Jot Down. Hace años, un día le preguntaron a su hijo en el colegio que por qué su madre no asistía a las reuniones de padres. El niño, con naturalidad, respondió: «mi mámá tiene muchos problemás con las drogas, la policía y los abogados». Obviamente la llamaron alarmados del colegio y todo quedó claro cuando explicó que trabajaba en la Fiscalía Antidroga. Un equívoco ahora divertido, no como lo de Huerta.
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