Opinión

Una carta valiente

He oído esta semana criticar, en ciertos corrillos de colmillos brillantes, la carta que la víctima de La Manada envió a un programa de televisión. «Decían desde su entorno que ella no iba a hablar y mira, ya la tenemos en primera línea, qué te apuestas a qué acabaremos viéndola en la tele», comentan algunos. A palabras necias..., ya sabes. Son los mismos que aplaudieron en su momento la libertad provisional de los amigos sevillanos, los que siempre desconfiaron de la consistencia del relato de la víctima, los que confundieron agresión con jolgorio. ¿Qué pensarán ahora, al enterarse de que el guardia civil del grupo quiso obtener un pasaporte nada más pisar la calle? De acuerdo, podrán agarrarse a la versión del abogado del susodicho: «El chico necesitaba ese documento pero no lo encontraba; se lo pedían en la prisión y por eso acudió a la comisaría, a solicitarlo, por indicación mía». En tal caso, ¡metedura de pata!, teniendo su defendido una prohibición judicial de salir del territorio español. ¿Hubo intención remota de huir o hubo pocas luces para gestionar el papeleo? Por otro lado, me pregunto quién es nadie para juzgar de qué manera y cuándo se decide una víctima a expresarse. Una mujer de 20 años que lleva dos en la sombra, digiriendo su interna experiencia mientras, ahí fuera, avanza la procesión mediática. Cómo puedes superar un trauma mientras resuenan tan nítidos sus detalles, cuando incluso ves a tus agresores yendo a firmar al juzgado, arropados por los vecinos. Al contrario, me parece sumamente valiosa la aportación de su misiva a una sociedad acostumbrada a que la actualidad informativa incluya, con inquietante frecuencia, sucesos truculentos, violaciones colectivas.

«Denunciad», nos escribe. «Nadie tiene que lamentarse de beber, de hablar con gente de fiesta, de ir sola a casa o de llevar una minifalda. Esto le puede pasar a cualquiera, os lo aseguro». Y otra idea relevante: se puede salir del bache. «Hacedlo como queráis, pero contadlo. No os quedéis callados porque, si lo hacéis, les estáis dejando ganar a ellos».

Gracias por tu intervención valiente. Pones en justo valor las ayudas recibidas, desprendes resiliencia y, sobre todo, inspiras a esta sociedad adormecida tantas veces. Necesitamos más cartas como la tuya. Se puede salir adelante, ya lo creo.