Opinión

José García-Berdoy

La familia García-Berdoy está estrechamente vinculada con Antequera desde hace más de un siglo. Tres generaciones de la familia presidieron la Caja de Ahorros de Antequera y tuvieron una gran relevancia económica y social. Conocí esta preciosa ciudad malagueña gracias a mi viejo y querido amigo José García-Berdoy Cerezo, que acaba de morir, y cuyos restos ya reposan allí desde ayer.

Siempre tuvo José García-Berdoy –Pepillo, como le llamábamos– querencia por su tierra, y dedicó a Antequera un libro magnífico: Antequera. Obras maestras, que tuve el honor de presentar en la Casa de América hace casi veinte años, y en el que desplegó un gran talento como fotógrafo.

La imagen fue la vida de Pepillo, un gran experto en cine, actividad en la que, por cierto, podemos reconocer asimismo raíces antequeranas, puesto que su familia estuvo vinculada a la construcción en 1933 del Teatro-cine Torcal, empresa que llevó adelante un grupo de socios encabezado por su bisabuelo, también llamado José García-Berdoy.

Pepillo se convirtió en un fino crítico de cine. Puede verse su blog: https://444gb.blogspot.com. Ese número, 444, es el título de otro libro suyo, que reseña con humor y talento otras tantas películas.

Siendo todo esto importante, e indicador del interés que reviste la figura de José García-Berdoy Cerezo en el mundo de la cultura en general, y del cine en particular, su pérdida resulta devastadora para su familia y sus amigos por las grandes cualidades personales de Pepillo.

Todos le teníamos mucho cariño, y no por azar ni capricho. Era una bellísima persona, amable, cordial, inteligente, culta y un excelente amigo. Hemos pasado muchos gratos momentos juntos a lo largo de todos estos años, en nuestra casa, en casas de amigos, en su piso en el elegante callejón de Jorge Juan en Madrid, y, por supuesto, yendo al cine, una y otra vez, y hablando y discutiendo sobre cine. Solo mantuve con él un perdurable desacuerdo. Ahora que ha muerto, creo que nadie me planteará argumentos mejores en favor del doblaje de las películas extranjeras, y en contra de los míos, que, seguramente influido por mi infancia y juventud en Buenos Aires, apoyaban y apoyan la proyección en versión original.

En fin. Salga el sol por Antequera. Y salga el sol para siempre por Pepillo García-Berdoy.