Opinión

La cuadratura del círculo fiscal

Pedro Sánchez y su Gobierno para ganar las próximas elecciones no tendrán los históricos 100 días de gracia. El presidente tampoco lo esperaba y, por si hiciera falta, Iván Redondo, su jefe de Gabinete, ya se lo había advertido. También José Enrique Serrano, que estuvo a punto de «tripitir» con Sánchez como jefe de Gabinete, tras haberlo sido con Felipe González y Rodríguez Zapatero. Serrano, esta vez, aspiraba a ser ministro y estuvo en un tris de lograrlo. Luego, la política es como es y, en estos tiempos de vértigo, los 100 días –más de tres meses– de margen parecen una eternidad. Casi la misma que ha transcurrido desde que Rajoy fuera desalojado de la Moncloa cuando, tras pactar los Presupuestos, los populares creían que estarían en el poder hasta 2020.

Sánchez, tras algo más de un mes en la presidencia, hace de equilibrista. Su debilidad parlamentaria no le permite otra cosa, aunque eso tampoco le obliga a rendir, casi sin condiciones, RTVE a Pablo Iglesias y los suyos. El líder del PSOE gobierna, por ahora, con más gestos que gastos, aunque su gran aspiración y la de una gran parte del socialismo –e incluso de la sociedad– es gastar más. Y eso significa más impuestos, aunque Sánchez y su equipo –a diferencia de algunos de sus predecesores– intentan ser cuidadosos y no molestar a su clientela porque, en la práctica, hay una mayoría social que no quiere pagar más impuestos y, si es inevitable, aspira a que lo hagan los demás.

María Jesús Montero, ministra de Hacienda, ya ha anunciado más impuestos, pero impuestos hasta cierto punto «populares», es decir, a las empresas en general, a las tecnológicas en particular y a la banca entre otros. Son impuestos que en teoría no incomodan a los ciudadanos, porque no se notan o se notan poco. Sin embargo, como todos, al final recaerán por distintas vías en la mayoría de contribuyentes y no está claro que recauden lo necesario para pagar todo lo que, por ejemplo, Podemos quiere obligarle a gastar a Sánchez. De momento, Montero avanza que la tramitación del techo de gasto se retrasa a septiembre. La Comisión Europea lo aceptará, pero ha puesto mala cara, y Nadia Calviño, ministra de Economía, ya ha tenido que salir al quite con discreción ante sus amigos europeos. Es el eterno dilema, más gastos y más ingresos sin incordiar a los votantes propios. La cuadratura del círculo fiscal. Casi nadie lo ha conseguido. Y tampoco está claro que ahora se logre.