Opinión
Desde Montserrat a La Moncloa
Quim Torra, presidente de la Generalitat, se considera un interino en el Palau. Sus objetivos, lo explica en privado, son simples: 1) conseguir que Carles Puigdemont regrese y le sustituya y, 2) pactar el ejercicio del derecho de autodeterminación. Todo lo demás es secundario, lo que no impide que Torra parezca comportarse como si fuera un monje de Montserrat, tan educado como firme. Es lo que teatralizó ayer tras su reunión con Pedro Sánchez en la Moncloa, jaleada por los independentistas y por la vicepresidenta Calvo como el inicio de un tiempo nuevo.
La posición de Torra, no obstante, es más complicada de lo que parece. Está en minoría en su propio Gobierno y ahora debe administrar una relajación del ambiente de la que Sánchez hará bandera. El presidente del Gobierno admite que la cuestión catalana no se resolverá a medio plazo y, por eso, su objetivo se limita rebajar la tensión –desbloquear varios asuntos sensibles en Cataluña, sobre todo inversiones, dinero– y que los socialistas catalanes recuperen resuello electoral. Entonces, su continuidad en La Moncloa, que es lo que le preocupa, estará más despejada. Es muy difícil que el PSOE gane unas elecciones sin un buen resultado en el Principado. Allí cimentó sus éxitos Zapatero y Sánchez tiene los apuntes.
Quim Torra insistirá en un referéndum que nadie puede concederle, lo que no le impedirá aceptar como éxito todo lo demás que el Gobierno le ofrezca. Pondrá buena cara, pero coincide con Puigdemont y Elsa Artadi en que «contra el PP» quizá vivían mejor porque, a pesar de las apariencias, no están cómodos con el PSOE. Temen que la opinión pública perciba que en Madrid ya no les dicen que «no» a todo y que eso amaine el fervor independentista. Además, ahora también dudan de la decisión de los tribunales alemanes y Puigdemont no tiene garantías de eludir a la Justicia española.
Torra acudió a La Moncloa con su mejor cara de monje de Montserrat, pero firme en lo esencial, la independencia. Desde hoy, hablará de todo –¡sin Rajoy está atrapado!–, obtendrá concesiones y la sociedad catalana vivirá más distendida, pero Puigdemont y Torra, que meditan cómo celebrar el aniversario del 1-O, volverán a las andadas en un santiamén porque, según una frase célebre de Churchill, que les viene niquelada, «no pueden cambiar de opinión y no quieren cambiar de tema». Por La Moncloa, el Palau y Montserrat pasa un camino sembrado de oportunidades y trampas, para Torra, pero sobre todo para Pedro Sánchez, que nadie sabe donde termina.
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