Opinión
Estrategias contra el suicidio
Los nuevos ministros de Pedro Sánchez comparecen estos días para anunciarnos las medidas que pretenden poner en marcha. Muchísimas, estimo yo, para menos de dos años de legislatura y con apenas 84 diputados socialistas en el hemiciclo. Están pensando en grande, ofreciéndonos titulares del cambio, dejándonos claro que acabamos de entrar en una nueva era socialista que hará verdadera justicia social (véase la exhumación de los restos de Franco). A mí me va bien que trabajen intensamente y nos lo cuenten, siempre y cuando esas novedades mejoren nuestro panorama global y no tengan que ver tanto con la ideología del quita y pon como con los beneficios sociales que conlleven. Ciertas decisiones ministeriales me generan hastío, serias dudas. Por ejemplo, estoy pensando en el debate que abre ahora la ministra de Educación sobre el impulso de la escuela pública, en detrimento de la concertada. ¿Y qué me dices de la reforma del Código Penal que nos anuncia la vicepresidenta Carmen Calvo para delimitar los delitos sexuales? Reforma ambigua, en esencia. Me considero feminista militante, partidaria de endurecer el castigo al violador y, sin embargo, necesito que me desarrollen hasta el final la idea que emana del Gobierno al respecto. ¿De qué manera una mujer podrá probar que hubo o no «consentimiento expreso» de una relación sexual concreta? A ver qué formatos nos sugieren, estoy expectante.
Entretanto, me parto de risa descubriendo simpáticos formularios anónimos en las redes sociales. A ingeniosos, no hay quien nos gane. Del montón de medidas ya verbalizadas, me ha llamado la atención, para bien, una que toca un asunto tabú: el Ministerio de Sanidad de Carmen Montón quiere combatir los suicidios, ese estigma silencioso que crece sin pausa aquí y ahí fuera. Cada día, mueren ya el doble de españoles «motu proprio» que en accidentes de tráfico. ¿Qué hoja de ruta común será necesaria? La estrategia sanitaria, supongo, comenzará en nuestros hospitales. Pienso en ello mientras escucho a una enferma de anorexia sometida a un tratamiento pionero, exitoso, en el Hospital del Mar, en Barcelona. Entre lágrimas, dice que se está curando, que se puede salir del infierno del trastorno alimentario. Me digo que si hay solución de esa forma lenta de suicidio, queda esperanza para todo lo demás. Bravo por explicárselo al mundo, señora Valladares.
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