Opinión
El verso suelto de Soraya
No casa la vicepresidenta en el papel del actor secundario Bob de los Simpson, que intenta asesinar al pequeño Burt para que no le robe protagonismo. Reflexione Soraya si quiere verse en ese rol cuando hasta ahora era la todopoderosa mujer que regía los destinos de España, y en muchos casos para bien. Mejor retirarse a tiempo u ocupar como Greta Garbo un discreto segundo plano que guarde la memoria de su estrellato que acabar como Joan Crawford o Bette Davis en una secuela de «¿Quién mato a Baby Jane», película que alzó a la gloria el «pycho-biddy», viejas glorias que bajaban la escalera como Norman Desmomd. Por mucho que se loe el brillo en la contienda del Parlamento, su mundo ya es otro, que diría María Jiménez, la cantante que a falta de cuerdas vocales utiliza el poderío de sus bajos. No esperamos a la ex haciendo de Esperanza Aguirre en el tiempo nuevo del Partido Popular, un verso suelto que zurraba a Rajoy entre su sutileza aristocrática y su populachera vertiente castiza. Esperanza sólo hay una, en muchos casos para mal. Los mejores versos sueltos eran los de Leopoldo María Panero, «como un viejo chupando un limón seco, así es el acto poético», dejó escrito, frase tan cierta y cabal que sólo podía ser escrita por un convidado del psiquiátrico. El PP no puede herirse por versos sueltos cuando toca hacer prosa épica, muy pegada al suelo antes de alzar el vuelo. Esa es la asignatura que tiene que convalidar Pablo Casado. Todo lo demás es farfulla. Soraya hubiera funcionado como soneto, pero los compromisarios la dejaron sin los dos tercetos. Es lo que hay.
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