Opinión
El avestruz migratorio
Suele decirse que el avestruz tiene una conducta peculiar consistente en esconder la cabeza debajo de tierra queriendo convencerse de que así no hay problemas. Desde hace más de una década, esta conducta goza de considerable predicamento en España. Basta con recordar cómo ZP sólo pronunció la palabra «crisis» tras más de un año y porque lo pilló descuidado Gloria Lomana. Creía el nefasto gobernante –por llamarlo de manera compasiva– que con no reconocer la realidad, mutaría favorablemente. Dentro de ese autoengaño nocivo, la invasión de las fronteras españolas es también recibida mediante el socorrido recurso de ocultar el cobarde molondro bajo la arena.
Puede no gustar verlo pero, a día de hoy, existe un análisis absolutamente universal –lo he escuchado desde Washington a Bejing– que no admite discusión y que afirma: primero, España está siendo objeto de una invasión de inmigrantes africanos que NO son refugiados en su aplastante mayoría ni vienen de naciones en guerra; segundo, esa agresión sólo acaba de empezar; tercero, esa violación sistemática y masiva de las fronteras españolas ha venido agravada por un indiscutible efecto llamada y cuarto, el Gobierno español y las fuerzas políticas, en general, no muestran ni de lejos ni la menor resolución de defender las fronteras ni de apoyar a los agentes del orden prefiriendo más bien dar una imagen de buenismo. Basta hablar con las gentes –lo he hecho en multitud de casos– que viven en las localidades más afectadas por este pavoroso fenómeno para percatarse de que viven cercanas al pánico. Son ellas las que padecen la inseguridad, el miedo y la delincuencia derivados de esta pasividad y las que lo manifiestan. Que la izquierda esté a por uvas –lleva así desde los noventa– se puede entender, pero es más que lamentable que el PP no se aclare.
En los últimos años, el principal partido de la derecha ha ido cediendo posición tras posición hasta el punto de traicionar a sus votantes en problemas como la subida de impuestos, la aceptación de la ideología de género, la ampliación del aborto, el matrimonio homosexual y la repugnante inquisición gay. Ahora sólo le falta contribuir a dejar a millones de españoles inermes ante lo que sólo puede ser calificado de invasión sistemática y planificada. Si lo hace, con la testud metida en la arena, no verá el mal, pero puede perder las plumas que le quedan.
✕
Accede a tu cuenta para comentar