Opinión

La luz no sube por la especulación, sino por la intervención política

Los costes del consumo eléctrico en España se dividen en cuatro grandes partidas: generación, distribución, peajes políticos e impuestos. La generación se refiere al coste asociado a la producción de electricidad en centrales que hacen uso de distintas tecnologías (nuclear, gas, hidroeléctrica, eólica, fotovoltaica, etc.) y supone el 35% del precio final de la luz. El transporte y la distribución hacen referencia al coste vinculado con trasladar la electricidad generada en las centrales hasta el usuario final a través de la red eléctrica, y constituyen aproximadamente el 17% del precio final de la luz. Los peajes políticos hacen mención a todo el ramillete de costes derivados de las decisiones de política energética adoptadas en el pasado por nuestros gobernantes (sobre todo, primas a las renovables y amortización del déficit de tarifa histórico), y representan el 25% del precio final de la luz. Y los impuestos son el Impuesto Especial a la Electricidad y el IVA, que repercuten cerca del 23% del precio final.

Es bueno tener estos datos en la cabeza a la hora de evaluar una noticia que hemos podido leer estos últimos días en la prensa: a saber, que el precio de la luz se está acercando a su máximo de una década como consecuencia de la especulación en los mercados. La información contiene, empero, un sesgo más que evidente y debe ser matizada en varios sentidos.

Primero, la magnitud que se está acercando a sus máximos históricos es el coste de generación eléctrica (35% de la factura final). El resto de componentes de la factura (que determinan el 65% del total) no se han movido de manera apreciable.

Segundo, el máximo histórico del coste de generación es sólo en términos nominales. En efecto, el coste medio del MWh durante el pasado mes de julio fue de 61,8 euros, un 27% superior al del año anterior. En estos días de agosto, además, se alcanzó el precio horario más alto en este mes desde hace diez años: 74,82 euros el MWh. Sin embargo, nótese que entre medias ha habido una importante inflación del 12,3%. Es decir, 74,82 euros hace una década equivalían a 84 euros hoy. Por tanto, no nos encontramos ni lejanamente en el precio más alto de esta década.

Tercero, la causa del repunte del coste de generación eléctrica no es, sin más, la especulación en el mercado eléctrico, sino la especulación alrededor de una intervención política. Y es que la causa principal del encarecimiento de los costes de generación cabe buscarla en el incremento de precios de los derechos de emisión de CO2 (las cuotas de emisión de este gas que asigna la Unión Europea a cada Estado para cumplir con los compromisos de Kyoto y París), los cuales se han triplicado a lo largo del último año, desde poco más de 5 euros por tonelada a 17. Pero, ¿por qué se han triplicado? Porque los operadores de mercado esperan que la Comisión fije un precio mínimo para esos derechos a partir de 2019 (precio mínimo que pondría rondar los 30 euros por tonelada), de modo que la especulación está anticipando desde ya mismo esa subida futura. ¿Y por qué la Comisión Europea quiere establecer presuntamente ese precio mínimo? Para penalizar la generación eléctrica por fuentes emisoras de CO2 y, por tanto, incentivar las energías renovables.

En definitiva, si el precio de la luz está subiendo no es por una especie de especulación autoalimentada, sino porque los burócratas de Bruselas quieren que suba como parte de su política energética. La especulación sólo es la correa de transmisión de una medida política que, como tantísimas otras, encarece nuestra factura eléctrica.