Opinión
El tigre montañés
En el formidable Parque de la Naturaleza de Cabárceno ha nacido un tigre de Bengala. Vivirá mejor que sus hermanos lejanos, más seguro, no le faltará nada y se acostumbrará a su limitado territorio, que no es reducido. Cabárceno, antiguas minas de hierro explotadas y abandonadas por los romanos, se convirtió en un ejemplar parque natural gracias al tesón de Juan Hormaechea, el que fuera magnífico alcalde de Santander y polémico presidente de la Cantabria. Cuando impera el noroeste, en Cabárceno llegan aromas de chocolate del bueno, por su cercanía con la fábrica de Nestlé de la Penilla. Los animales respiran aires chocolateros y las jirafas se animan. En Cabárceno, cuando llegaron los primeros habitantes procedentes de diferentes zoológicos, se fundieron en relaciones interraciales muchas parejas de recién presentados. Detrás de la valla que limitaba el parque con los prados de un ganadero, se produjo el primer romance amoroso de la historia entre una vaca limusina y un hipopótamo. Se aproximaban a la alambrada que impedía sus pasiones y ella, la vaca, metía los morros mal que bien para recibir el beso del paquidermo. Una noche saltó la alarma. El hipopótamo romántico y enamoradizo, había tumbado la alambrada y cortejaba a la limusina, mientras el resto de las bovinas, mugían asustadas y escandalizadas por el asunto. Unas envidiosas. Tuvo que intervenir el servicio de guardería del parque con la colaboración de la Guardia Civil. Durmieron de un disparo al hipopótamo y lo trasladaron a la otra punta del parque. Repararon la valla, la limusina enfermó de tristeza y el hipopótamo , que era un prenda, olvidó a la vaca y le tiró los tejos a una joven elefanta, que admitió en principio los requiebros, se fue de la trompa, y sus alarmados padres sorprendieron a la pareja cuchicheando, valla con valla, una noche cálida de viento sur. El elefante macho amenazó al hipopótamo seductor, y la cosa no pasó de ahí. Tres años atrás, falleció el hipopótamo amante. Cuando se produjo su muerte estaba a punto de convencer a una muflona de las ventajas del desigual emparejamiento, muy arriesgado para ella, por motivos de peso. Allí donde nacen los tigres de Bengala montañeses, tigres pasiegos, tigres de Sarón, Selaya y Villacarriedo, vivió el maravilloso hipopótamo que se enamoró de cualquier viviente que no fuera hipopótama, lo cual puede parecer una extravagancia. Su peculiar historia nada interesó a los ecologistas, que en los meses del verano se dedican exclusivamente a dejar las sendas de los espacios naturales de Cabuérniga, Sejos, y Liébana como un basurero. Hasta que se topen en un camino –se ha filmado hace tres días una escena similar en un prado–, con una osa y sus oseznos. Y sabrán por experiencia propia de lo que es capaz de hacer la osa para defender a sus pequeños, por ecologistas que sean los invasores de la senda.
En Cabárceno, que es un milagro de la naturaleza culminado por el tesón de quien decían que era un iluminado, se empieza a sentir un cierto cansancio presupuestario. Que haya nacido el tigre pasiego de Bengala y que los osos se hayan multiplicado por diez, no garantiza el funcionamiento del que puede ser, y para tal menester se proyectó, uno de los parques de la naturaleza más atractivos de Europa. Aún esperan centenares de hectáreas aguardando un cometido. Las médulas rojas de las minas de hierro en la cuerda de la montaña, regalando la personalidad del paisaje. El sur lleva a los animales el aroma al heno y las cidras. De Novales, Cóbreces y Ruiloba partieron las primeras toneladas de limones rumbo a Inglaterra. Limones que usó la Transatlántica del marqués de Comillas para mitigar el escorbuto en sus travesías a América y Filipinas. El marqués humillado en Barcelona no habría permitido que una gran realización montañesa, visitada cada año por decenas de miles de familias, pierda esperanzas presupuestarias. Hay que cuidar lo bueno que se recibe, y más aún, si ha sido motivo de la felicidad de los niños y lugar de milagros naturales.
Cabárceno merece vida eterna, porque está en el corazón de la Montaña de Cantabria y han nacido en su recinto nuevos bisontes de Altamira. Porque ha enamorado a las hembras de diferentes especies el hipopótamo enamoradizo que vino del Zambeze. Y porque ha hecho hijo de los primeros pasos del Pas a un tigre de Bengala.
Hay que ahorrar en chorradas y mirar hacia Cabárceno.
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