Opinión
Abuela a la brasa
A estas alturas de agosto me sabe mal tocar, aunque sea de refilón, el asunto de la ley mordaza. A mí, que me registren. Nací donde se alumbró la primera Constitución española que recoge, como derecho fundamental, la libertad de expresión, pero me pregunto dónde se difumina ese concepto y emergen otros. Con tal de vender su producto, algunos manosean sin pudor la palabra libertad para faltar al respeto.
Estoy pensando en el restaurante de la localidad leridana de Balaguer que osó incluir en su carta de comidas un plato denominado «Guardia civil andaluz a la brasa de carbón». ¿Por qué guardia civil? ¿Por qué andaluz? ¿Por qué carbonizado? ¿Y qué me cuentas de las «Manos de jueces y fiscales del Constitucional hechos a baja temperatura y acabados a la brasa de carbón»?
El dueño del restaurante ha pedido disculpas a los aludidos, ya tiene la publicidad y la clientela indepe que buscaba. No contento con eso, ha presentado una denuncia por amenazas. Explica que, al trascender su carta, le llaman de todo menos bonito. ¿Qué esperaba? A mí, su menú me hace de todo... menos gracia. Quisiera este oportunista gastronómico ser tan valiente como esos profesionales a los que, estos días, se les denigra y hasta se les «abrasa» figuradamente por hacer su trabajo.
Fíjate en los guardias civiles de la verja de Ceuta, expuestos a la cal viva y a los excrementos que les lanzan los asaltantes, rezando para que les caiga la piedra y no el ácido en la cara. O en esos jueces y fiscales que sufren acoso e incomprensión. De mayor quiero ser como ellos y, a ser posible, gozar del empuje vital de Elvira y Tina, abuelas bilbaínas atacadas por un desalmado en el portal de casa. Impactante cómo Elvira se lanza a la yugular del indeseable que quiso robarles las joyas y el bolso.
Me recordaron ambas a mi abuela centenaria que, en una ocasión, sufrió el típico tirón de su bolso. Se agarró a sus posesiones como si no hubiera un mañana. El tipo que pretendía hurtarle, desde una vespino, fue rápidamente neutralizado.
¡Menuda es Teresa! Un último mensaje al del restaurante: ni se le ocurra idear un plato del tipo «Abuela con bolso a la brasa». ¡Me planto allí y le denuncio!
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