Opinión

Bichos

Cuando yo era joven, el poder franquista también llamaba «bichos» a los aficionados al rock. Me lo ha recordado las manifestaciones del alcalde de La Ametlla de Mar llamando «bichos» a los siete amigos del periodista Arcadi Espada que pintaron de rojo un lazo en su pueblo. El tuit del alcalde posee la cobardía semántica propia del caciquismo, porque no llama «bicho» al periodista sino a sus acompañantes que son meros peatones, ni conocidos, ni famosos. Es clásico del servil poder pequeño no atacar a quien tiene cierta notoriedad, sino emprenderla con el ciudadano anónimo. Eso sí, a todos les llama «sucios» y me devuelve a mis tiempos de juventud roquera. Porque, entonces, uno de los primeros festivales de rock que se hizo en nuestra península –en Burgos, concretamente– recibió del poder franquista el nombre de «el festival de la cochambre». La ley de peligrosidad social permitía al poder retenerte y obligarte a identificarte si, por ejemplo, llevabas el pelo largo; algo tan absurdo y arbitrario como hacerlo por colorear un lazo. Un comportamiento tan banal como ese movilizó el pasado viernes en Cataluña a un coche de la policía municipal y dos de la policía autonómica. La justificación del alcalde es que estaban ensuciando mobiliario urbano. Pero un símbolo golpista no es mobiliario urbano. Tampoco lo ensuciaban, porque a la vista del resultado puede admitirse que lo embellecían. Yo siempre he estado decididamente a favor de embellecer el entorno y eso es lo que me sucedió al final del franquismo: tuve una abierta discrepancia estética con el poder. Él pensaba que el rock ensuciaba nuestras vidas y yo que las mejoraba.

Esto rejuvenece. La lucha contra la autoridad por cuestiones estéticas siempre es revitalizante. He de confesar que me he conseguido colores y voy a hacer también próximamente el partisano. ¿Quién fue el genio que escogió como protesta el color amarillo? Es una tentación, una invitación... Habría sido imposible combatir el negro, azul o verde, pero el amarillo... con lo que nos gustaba a todos de pequeños el llamativo bermellón. El rotulador rojo indeleble va a tener mucho éxito en Cataluña estos meses. Los comerciantes ya deben estar acaparando existencias.