Opinión
Las víctimas de Vestas
Me duele la historia de la planta leonesa de Vestas, de sus empleados noqueados, pendientes del cierre definitivo del lugar que les da de comer. Me indigna saber que esta multinacional danesa se distingue, precisamente, por su solvencia económica –obtuvo 894 millones de beneficios en 2017– y que, en concreto, esta sucursal guillotinada ha ido, hasta hoy, viento en popa. Vestas Wind System, uno de los principales grupos eólicos mundiales, justifica sus intenciones en una previsión de baja producción y, con total indiferencia, abandona y mira en dirección a Rusia, Argentina, China o qué sé yo, a la mano de obra más barata posible.
Es ese novio egoísta que te quería solo por el interés. Y Vestas puede llamarse Delphi, Ford o Altadis. Ponle el nombre que más te moleste al fenómeno imparable de la deslocalización. Cuántas multinacionales aterrizaron hace décadas en España, animadas por reclamos externos varios y, una vez recibidas con honores y con el dineral correspondiente, –en el caso de Vestas, fueron 12,5 millones de subvenciones– deciden, de un día para otro, romper con su entorno. Tras doce años de amor hacen las maletas y, si te he visto, no me acuerdo.
Abandonan una comarca castigada previamente por el abandono del campo y la despoblación, superviviente al carbón, volcada luego en las energías alternativas, aunque de nada les haya servido. Se quedan en la estacada 362 empleos directos, pero el radio de influencia de la planta leonesa, con casi otros casi 300 indirectos, alcanza a 2.000 personas. Yo no dudo de que los daneses hayan cumplido con la legalidad, se habrán cuidado mucho de que así sea.
Sin embargo, han incurrido en un comportamiento desprovisto de ética. Además, Vestas reincide. Ya en 2012 cerró una planta suya en Soria para abrirla luego, por menos dinero, en China. ¿Conocían el Gobierno central o el regional ese precedente? ¿Es lícito conceder incentivos a empresas con semejante mala praxis? Habrá que aprender la lección, aquí y en Europa, habrá que poner límites a este tipo de conductas amorales. Habrá que revisar a qué empresas se premia. Habrá que escuchar a quienes, furiosos, piden el boicot a determinados productos. Habrá que quejarse en el Parlamento europeo pero, sobre todo, habrá que pensar en cómo reciclar a todos estos trabajadores.
✕
Accede a tu cuenta para comentar