Opinión
Plagios y negros
Imagino a Pedro Sánchez cien días atrás, recién investido, visualizando a su Dream Team con lógica ambición. El presidente ha anunciado que pretende pasar a la historia como aquel que gobernó hasta 2030 haciendo «justicia social» y ordenó, nada más llegar a la Moncloa, la exhumación de Franco.
Lo primero, vete a saber si lo logra (no digas nunca de este agua no beberé, y menos en España). Lo segundo ya es un hecho, solo que su relato de esta fecha le resultará doloroso, paradójico. ¿Quién le iba a decir que, por culpa de su tesis doctoral, semejante decreto ley iba a aprobarse sin él presente en el hemiciclo? Desaparecido entre titulares de plagio inimaginables hace unos días, con PP y Ciudadanos pidiéndole una comparecencia urgente para que se explique (y Podemos, entretanto, de perfil).
Cayó la ministra de Sanidad, Carmen Montón, por un trabajo copiado y se derrumbó dramáticamente el muro de contención del presidente. La estrategia última de zanjar la polémica del corta y pega ordenando que su tesis sea digitalizada llega tarde. Más allá de que a partir de hoy podamos asomarnos a su trabajo de doctor desde casa, sin pasar por la biblioteca, Sánchez se desgasta. Se erosiona su pretendida transparencia, aunque la pelota de la sospecha haya caído hace ya tiempo en el tejado del oponente Pablo Casado, pendiente de que el Supremo decida investigar su máster.
¡Qué lío tan tremendo de supuestos plagios y «negros»! Se nos aparece, de repente, un mercado inmenso por explorar. También se confirma que por fin nos acercamos al estándar ético de los políticos europeos nórdicos, dispuestos a dimitir al minuto uno tras descubrirse que un día se agenciaron un párrafo ajeno.
En el caso de Sánchez, a partir de hoy su tesis será sometida al polígrafo de la verdad. Conoceremos al detalle, gracias a múltiples herramientas, cada esquina de esos 300 folios, pero dudo que el asunto le obligue a afrontar males mayores, por más que Ciudadanos se frote las manos. El daño, en todo caso, está hecho.
Este Gobierno tenía enfrente a los trabajadores de Navantia, cortando carreteras, y ahora se le acumulan los universitarios, conscientes de la facilidad con la que determinadas personas se hacen con títulos, con o sin «negros» a sueldo. Ellos decidirán pronto a quién votan. Tome nota, presidente.
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