Opinión
Xenofobia de cloaca
Menudo panorama disparatado un año después de la consulta ilegal de octubre. En Cataluña, las fuerzas gobernantes JxCat y ERC se llevan a matar y no tienen el mínimo problema en expresarlo públicamente. En Madrid, el Gobierno mira desde la distancia fría el problema creciente. Moncloa asume estropicios de los radicales CDR, hay que intentar gobernar hasta 2020. Al Ejecutivo socialista le quitan el sueño sus presupuestos, necesita el apoyo de los independentistas. Pedro Sánchez, de todos modos, apenas se comunica con ellos y, en general, con el resto del mundo. Le ha cogido el gusto a expresarse en las redes sociales y a delegar otras veces en sus ministros. Quién le ha visto y quién le ve, alejado de las ruedas de prensa. Quizá dedicado estos días a preparar su comparecencia en el Senado para explicar las dudas sobre su tesis doctoral. Y a todo esto Torra, interlocutor forzoso del presidente del Gobierno, no parece dispuesto a salirse del carril de la autodeterminación que le marca Puigdemont. Cuando no pide referéndum se dedica alegremente, por carta, a demandar diálogo a Sánchez y, de paso, mediación al mismo Papa y a los líderes mundiales, en otro intento grotesco de internacionalizar la cuestión catalana. Si pensabamos que ya lo habíamos visto todo, qué equivocados estábamos: descubrimos súbitamente al verdadero president, al huido Puigdemont, en las listas de una casa de apuestas como candidato a hacerse con el Nobel de La Paz, en sana competición con personajes tan pacíficos como Trump o Kim Yong Un.
Entretanto, de paseo por las calles de Olot, unos artistas colocan megáfonos en las alcantarillas. El discurso del Rey, hace ahora un año, se escuchó el primero de octubre desde aquellas profundidades. «Voces de cloaca» lo llamaron. ¿Qué nombre le pondrías tú?
En línea con ese pequeño gran detalle de intolerancia disfrazado de arte, va y reaparece en escena Núria de Gispert. Sigue obsesionada la expresidenta del Parlament con Inés Arrimadas, con la líder política más votada, con la de la bandera española. A Arrimadas, ciertos personajes jamás le perdonarán su sangre andaluza. ¿Con qué ánimo te puede pedir un cargo político, una y otra vez, que regreses a Cádiz? ¿Cómo soportar que te traten de inepta e ignorante? ¿Cómo sobrevivir a esta xenofobia de cloaca? Pregunto.
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