Opinión

Pensiones

A las mujeres se las ha presionado siempre para ser madres, hoy se añade otra nueva coacción sobre sus úteros, de carácter económico-preventivo: anunciarles de forma dramática que, si no traen hijos al mundo, no cobrarán pensión cuando se jubilen. La amenaza es inquietante, ¿quién puede soportar sobre su vientre el peso del futuro del planeta...? Vivimos en un mundo superpoblado, donde la existencia de tantos seres humanos está desequilibrando el entorno natural, pero el recado para las mujeres es firme: ¡hay que reproducirse! Si las mujeres africanas tienen una media de 5’7 hijos, no se puede tolerar que las españolas tengan 1’27.

¿Qué hacen estas féminas, aparte de cultivar una amenazadora esterilidad? ¿Por qué no tienen hijos las mujeres occidentales? Quizás porque han descubierto, con estupefacción, que los hijos son una causa segura de pobreza material, mientras que, hasta hace poco, los retoños fueron una fuente segura de ingresos. Cuantos más hijos, más mano de obra había dispuesta a aumentar los recursos de la familia, del hogar. Los hijos trabajaban en cuanto sabían ponerse en pie. Acarreando artículos, como pequeños obreros voluntariosos convertidos en dos frágiles piernas y unos pequeños brazos sujetando con ansia alguna cosa... El hijo añadía, sumaba. A partir de mediados del siglo XX, con el Estado del Bienestar, la situación cambió radicalmente: los hijos comenzaron a «restar» riqueza en Occidente.

Los políticos se preguntan porqué sus ridículas políticas de incentivación de la natalidad no funcionan. ¿Porqué, a cambio de 300 euros anuales regalados por la cicatera administración, las mujeres en edad fértil no se lanzan en masa a parir hijos? ¿Porqué no aumentan los nacimientos cuando se ofrece un permiso de maternidad de tres meses? ¿Porqué las mujeres se resisten a parir a los veinte años y esperan hasta que su reserva de óvulos está en mínimos, como la batería de un móvil?... Lo cierto es que solo las mujeres muy concienciadas (con las pensiones, la religión...), o quienes carecen en absoluto de conciencia, o provienen de otras culturas, etc..., se lanzan a la maternidad con los ojos cerrados. Y no se dan cuenta –los gobernantes– de que hace falta algo más que un irrisorio cheque-bebé para compensar a una mujer occidental por el precio de toda su vida.