Opinión

Extrema, extrema política

Se nos consume esta semana de luto y corazón encogido por las víctimas de la riada de Sant Llorenç. De emoción, al escuchar los testimonios de los supervivientes. De cariño al noble campeón Rafa Nadal achicando agua, predicando con el ejemplo. Semana de impotencia, al comprobar que las desgracias se repiten en espacios señalados en la diana geográfica y que, a la hora de la verdad, cuando la Naturaleza los castiga, fallan una y otra vez los protocolos, la coordinación, las edificaciones. Nunca aprenderemos.

Semana de Fiesta Nacional discreta, despojada de la palabra «orgullo» en el eslogan, semana de acuerdo presupuestario que no acaba de creerse la Bolsa. Un pacto tan idílico por su acento en las mejoras sociales, como utópico en la práctica. ¿Cuántos impuestos nos tocaría pagar a los españoles para que cuadren esas cuentas? Mejor no lo pienso. Todos sabemos que este texto, como mucho, puede llegar a pasar el inminente filtro de Bruselas, pero carece del necesario apoyo parlamentario: los convulsos independentistas catalanes, peleados los unos con los otros, tumban cada dos por tres los planes de Sánchez. Por lo tanto, su foto con Pablo Iglesias en la Moncloa, firmando y escenificando ambos la concordia, no deja de parecerme una operación de marketing socialista, más que un logro político. Una imagen en la que el presidente del Gobierno sale favorecido a ojos del votante de Podemos. Deberíamos demandar ahora mismo un «CIS extra» a Tezanos que nos confirme que el PSOE sigue disparadísimo en los sondeos y acapara una creciente fuga de votos de la «extrema extrema izquierda». O sea, de votantes de Pablo Iglesias. Disculpe, señora Delgado, por apropiarme de su ingenio en estas líneas. Usted, ministra, también protagoniza la semana. Debería registrar el copyright de lo «extremo extremo». Su diferenciación entre Ciudadanos, alias «derecha», PP o «extrema derecha» y Vox como «extrema extrema derecha», siempre será recordada cuando la evoquemos. Eso, y me temo que las grabaciones en las que se la oye conversar con el excomisario Villarejo. Solo una expresión me ha fascinado más que la suya en estos siete días: qué contundente sonó el «imbécil» de la diputada Beatriz Escudero a Gabriel Rufián, qué verdadero. Por una vez, alguien arrebata al portavoz de ERC la palabra clave del titular polémico. Mujer tenía que ser.