Opinión
Golpe de Estado
Que sí, que sí, totalmente de acuerdo con la acusación de Pablo Casado. No sé si me hubiese atrevido a usar el término, pero entre los independentistas y la izquierda están perpetrando un golpe de Estado. Desde luego es el fin del sistema como lo conocemos desde que los españoles construyeran pacíficamente el estado de derecho, las autonomías, la monarquía parlamentaria y un sistema legal trazado sobre una constitución pactada.
El desmantelamiento es general, no sólo en Cataluña. Allí ha empezado, pero la idea es «exportar» el tripartito local (PSC, ERC, Catalunya Sí que es Pot) a un Gobierno firme (éste es de prueba) con Podemos, PSOE y nacionalistas periféricos. Se han reabierto las embajadas catalanas en el extranjero, se han apalabrado 1.400 millones de euros para la Generalitat (la mitad para el cuerpo de Mozos de Escuadra), se han enviado los presos golpistas a cárceles de la señorita Pepis. ¿A alguien le cabe duda de lo que está haciendo Sánchez amparando las reivindicaciones de los separatistas?
Entre unos y otros se proponen acabar con el Rey, montar la tercera república y sancionar una nueva constitución federal plurinacional. Y santas pascuas. Por el camino quedará enterrado el único sistema de éxito de la historia contemporánea de España, el que por fin nos ha unido a todos, el que ha permitido que conviviésemos en paz y levantásemos un país envidiado, al que corren a jubilarse británicos y alemanes.
Hasta los gestos pequeños desvelan esta determinación férrea: al eliminar el delito de injurias a la Corona y a España, se garantiza Pablo Iglesias que la quema de banderas y de fotos de Felipe VI vaya alentando la convicción popular de que el monarca es prescindible. Se reitera que Francisco Franco puso a Don Juan Carlos, como si no se hubiese votado la monarquía. Se repite el morado republicano como color de futuro. No me puedo creer que estemos asistiendo a esto. Por una vez que algo funcionaba.
El espasmo centrífugo no sólo liquida la Constitución y la Corona, es que se lleva por delante la separación de poderes y la democracia parlamentaria. Habitúense a conceptos como democracia directa, hija de los totalitarismos europeos, o «medios de comunicación del pueblo» dirigidos desde los partidos mediante asambleas.
Ojalá que en España no se desate violencia. La única manera de construir es admitir que el otro –el que es distinto a ti– es un bien. Por eso fueron generosos los españoles de los setenta: comunistas, republicanos, monárquicos, centralistas, nacionalistas, católicos, librepensadores, todos cedieron algo. Por el contrario, si un nuevo sistema satisface sólo a la mitad de los españoles ¿alguien duda de que el malestar que ya está experimentando Cataluña se extienda al conjunto del territorio?
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