Opinión
Marca
Vuelvo a oír hablar de la Marca España. Yo creía que era algo que había pasado de moda. Cosas como del PP. Y tal. Y tal. Pero no... Vaya por delante que no tengo nada en contra de la idea de promocionar la imagen de España, si es que se trata de eso. Falta le hace, según puedo comprobar diariamente. Pero el hecho de que, para divulgar el lado bueno de un país, haya que convertirlo en «marca» me hace reflexionar. Lo de «marca» tiene un agudo sesgo comercial. De venta de un producto. Yo solo estuve verdaderamente interesada por las marcas durante la adolescencia, cuando estaba mal visto llevar un pantalón de marca blanca (entonces no existía ni siquiera el concepto: llamo «marca blanca» a los pantalones que compraban para sus hijos en el mercadillo las madres apuradas por llegar a fin de mes). La marca era algo para lucirlo.
Una obligación, pues suponía un símbolo de nivel social en tiempos en los que todo el mundo quería aparentar ser más de lo que era. (Como hoy. Como en todas las épocas...). Hasta tal punto llegaba mi obsesión por las marcas (si no las llevabas, te ponían verde en el recreo), que cortaba con mucho cuidado los distintivos de marca de los pantalones viejos para coserlos sobre los pantalones de mercadillo que solía usar. Así, podía convertir un guiñapo de tres duros, elegido por mi madre entre un montón apelotonado en el suelo, en unos Lee auténticamente falaces. O sea, que falsificaba la marca de mi ropa, intentado engañar a mis congéneres del colegio. Puedo decir que mi armario de pubertad era mi propio top-manta. Cuando uno consigue liberarse de las chorradas que parecen cuestiones de vida o muerte en la adolescencia, empieza a madurar. Desde que superé aquello, lo de las marcas me trae al pairo. No así la Marca España. Pienso en si se «compra» esta marca en el exterior, si hay quien la reconoce y sabe valorarla. Si la gente dice por ejemplo «he estado de vacaciones en España», aunque sea mentira, por chulear. Este país, convertido en producto de mercado, quizás encuentre en el extranjero muchos clientes que confíen en su valor. Porque, desde luego, lo que es demanda interior... no parece que haya mucha.
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