Opinión

Política «fast food»

Hay equivocaciones que se saben que lo han sido con cierto retraso y poco se puede hacer entonces más allá de, si acaso, maldecir y asimilar. También en campaña electoral. El PP está dispuesto a llamar la atención sobre su opción con el fin de arrebatar de una vez al PSOE la Presidencia de la Junta de Andalucía, al tiempo que refuerza el reciente liderazgo de Pablo Casado, y, para hacerlo, a ser audaz en comunicación. Pero ésta es sinuosa y donde hay oportunidad, también hay riesgo. Hace unos días el propio Casado y el candidato del partido en la comunidad, Juanma Moreno, compartieron en redes sociales una fotografía en la que aparecían con sus familias cenando en un McDonald’s y provocó un aluvión sin freno de reacciones, la mayoría no muy positivas.

En Andalucía, como en el resto de España, existe ese tipo de establecimientos de “fast food” o comida rápida. En ellos trabajan andaluces y a ellos acuden andaluces porque tienen amplios horarios, el servicio suele ser rápido, los precios económicos, gustan a los niños, o simplemente porque quieren. Pero Moreno y Casado han tenido que leer como los acusaban de poco menos que de hundir el sector hostelero de la región, de despreciar a los flamenquines, al salmorejo o al gazpacho; de fomentar la obesidad; de ser machistas, porque en la imagen se miran entre ellos junto a sus mujeres “rubias” con sus hijos al lado; y de utilizar a éstos, pese a que no se les viera la cara y a que pocos se atrevan a señalar lo mismo cuando la aspirante a la reelección socialista, Susana Díaz, posa con el suyo en una entrevista. Entre los que lanzaron la retahíla de críticas, trufada de alguna descalificación, estaban, por supuesto, los adversarios políticos.

En el espacio previo a unos comicios, los partidos tratan de construir espejismos y sus cabezas de cartel realizan contorsiones verbales para venderse y ser la opción más apetecible del menú electoral. Las tecnologías, con su fuerza viralizadora difícil de medir, se han convertido en una herramienta para ganar apoyos, pero ojo con ellas porque pueden poner en peligro capitales políticos en manos de audiencias mucho más activas y voraces. Sobre todo en un contexto de política estilo “fast food” donde lo que priman son las imágenes, los eslóganes y la repetición de cortas ideas-fuerza transformables en memes. Poco se sabe aún del contenido de los programas con los que los partidos concurrirán a las elecciones del próximo 2 de diciembre. Sí ha habido algún cambio de estilo, sobre todo entre los aspirantes de las formaciones clásicas: Moreno mitinea con brío entre banderas andaluzas y españolas, mientras Díaz de momento no lo hace y se suaviza. Hay otra cuestión que ya ha quedado clara: dos partidos, PP y Ciudadanos, harán de la política nacional y sus “puntos calientes”, como Cataluña, un recurso habitual en sus actos; por el contrario otros dos, PSOE y Adelante Andalucía, pondrán el acento en lo regional. El objetivo de todos es cosechar votos, como el de los tuits, los vídeos o las fotografías. Decía Voltaire que lo superfluo es necesario, pero mejor de vez en cuando, que la política debería aspirar a ser “healthy food”, saludable.