Opinión
Petróleo
Para el año 2050 los mares serán de plástico. Retractilados, como boles para sopa. El pescado será tóxico, un simple concentrado aleteante de metales pesados. Si es que, para entonces, aún queda algún pez de los de toda la vida, y no se han convertido en mutantes radiactivos de ojos fluorescentes. El petróleo –hay que reconocerlo– ha dado energía al mundo durante mucho tiempo. Demasiado. Pero también lo ha emponzoñado. Los microplásticos contaminantes son un problema de gravedad letal, urgente e invisible. El petróleo ha hecho aumentar el nivel de locura y atrocidad mundial. La disparatada riqueza que supone poseer pozos de petróleo puede acabar en manos de verdaderos psicópatas.
Este combustible está detrás de conflictos bélicos, comerciales y políticos que han destrozado, y siguen haciéndolo, el planeta. En muchos países de Asia, desarrollados económicamente en los últimos veinte años, el plástico es una especie de símbolo de estatus y garantía higiénica. Envolver en plástico las cosas hace a los consumidores sentirse poderosos. Lo que esa despreocupada actitud conllevará para el planeta en términos de contaminación, nadie puede preverlo. El plástico es una lástima para la Tierra. Una amenaza mucho más real y cercana que la Tercera Guerra Mundial, o que el trallazo cósmico de un meteorito capaz de exterminar especies. Desde hace décadas, se viene pronosticando en vano el fin de los hidrocarburos fósiles insolubles, el agotamiento de las reservas mundiales. Pero la cosa no pinta así...
Su fin supondría también el de regímenes políticos delirantes, atrasados, que asientan sus reales sobre el poder del combustible. Acabar con las reservas de barbarie sustentada en el petróleo no sería lo peor que podría pasarle al mundo. Pero, ¿llegará el día en que la corteza terrestre se seque, diga basta, y deje de chorrear esa viscosidad que a la mayoría nos trae más perjuicios que ganancias, que beneficia a pocos, y hace perder el juicio, literalmente, a quienes la poseen...? Es una fuente de energía cuyos derivados pueden acabar con todo lo vivo, lo limpio y hermoso del planeta. Mientras el petróleo fluya, no habrá urgencia por buscar alternativas energéticas en un mundo súper poblado, ignorante, irreflexivo. Quizás un moribundo que no sabe que tiene los días contados porque, como medicina, toma un veneno que lo está matando. Rápidamente.
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