Opinión

Phubbing

O «ningufoneo»: actitud que consiste en ignorar a cualquiera, o a cualquier cosa que pertenezca al universo real, para dirigir la poca atención que nos queda hacia un teléfono móvil. Mirar el móvil y olvidarlo todo. El ser humano no es el centro de la creación, resulta que el ombligo del mundo es... el teléfono móvil. Por eso muchas personas –jóvenes, y menos jóvenes–, están en clase, con amigos, familia, compañeros de trabajo, incluso jefes... y se concentran (es una manera de hablar, sería más preciso decir «posan los ojos») en el teléfono.

La mirada abismada de la contemporaneidad es puro cristal líquido, sufre lesiones en forma de dioptrías causadas por la luz crepuscular de las pantallas, por el tantalio y el vidrio, el plástico y la cerámica de una pantalla pequeña, frágil y colorida, a través de la cual mucha gente ve un mundo retocado y liviano, sin preocuparse del real, hondo y abrumador, que tienen alrededor. La pantalla es un objeto que vive en sí y para sí, como diría un viejo profesor de filosofía.

La pantalla lo es todo, siendo nada, ha conseguido habitar en una paradoja existencial electrónica. Aunque no todo está perdido, la esperanza viene de Japón: allí floreció la telefonía móvil pero, ahora, empieza a estar muy mal visto usar el teléfono móvil en los espacios públicos (incluido el metro) y en ambientes sociales. Se intenta seriamente concienciar a los jóvenes sobre los perjuicios que ocasiona mirar constantemente el teléfono. Hacerlo todo a través del teléfono. Vivir en él y para él. Y es posible que las campañas estén dando cierto resultado. En Japón, inventor de tantas modas, la tendencia hoy dice que hay que dejar el móvil para la intimidad.

Usarlo con prudencia. Mientras en China todos parecen estar enganchados a un teléfono móvil, en Japón –un pionero en el consumo, uso y abuso de estos aparatos– el chisme comienza a ser mirado con recelo. En España, aumentan los accidentes de peatones despistados, que cruzan peligrosamente las calles mientras mantienen su descentrada atención en el teléfono, sin fijarse demasiado en el tráfico, de modo que algunas personas son atropelladas. Podemos decir, para ser exactos, que las atropella un teléfono móvil, en vez de un coche. (Y, por si faltaba algo: los patinetes eléctricos...).