Opinión
Ante todo no seas mamarracho
Los «maestros de la costura» daban en este periódico un consejo a los diseñadores que han desfilado en la «Fashion Week» de Madrid: «Ante todo, no ser un mamarracho». La máxima, tan clara que pudiera sonar a broma, tendrían que aplicársela los taxistas, que de formular una reivindicación muy legítima que el que esto firma ha defendido se han convertido en las cucarachas a las que atacan. Kafkiano. Mamarracho. Un hombre justo se convierte en un bicho en lo que tarda Tito Álvarez en recordar la orientación sexual de un ciudadano. Esperamos que algún día cuente la suya, que con tanto poliamor ya no sabe uno a quién tiene enfrente. Mientras tanto, los taxistas, que antaño eran el amigo conductor de Encarna Sánchez y el chiste con el ripio de Torrelodones, pues tócame los c..., se alzan como chalecos amarillos contra el pueblo que les da de comer mientras Macron reposa en el Elíseo. Los políticos van en coche oficial, y Carmena una vez fue en Metro. No los necesitan. Los empresarios se manifiestan ante la sede del PP, como si Rajoy aún habitara la Moncloa con «extra de whisky», y los trabajadores de los VTC frente a las del PSOE y Podemos en una muestra más de lo desdibujada que están las izquierdas. El ministro socialista que los metió en el agujero ve como Roma arde a la vez que toca la lira en su despacho.
Un manifiesto de mujeres «cucarachas» lo arreglaría todo ante la testosterona, palabra de moda, de los pesetos locos. Quién sabe. Que decidan si se alían con «Torrente» o que vean el anuncio de Gillette. Jamás he encontrado un «Taxi driver» que me hiciera abandonar la carrera a medias. Al contrario. O iban disfrazados o los que ahora aparecen en tantas fotografías son elementos de atrezzo para bailar la guerra. La «gente» está acostumbrándose a vivir sin taxis y suelta espumarajos por la boca cuando le cortan una calle y convierte su existencia en un día de furia. A lo mejor no eran tan imprescindibles y lo que esta huelga salvaje determina es que no lo sabíamos. No les falta razones que argumentar, muchas, pero si fueran tan poderosas no necesitarían de un bazuca. El acuerdo catalán sí que tiene su explicación política. Los taxistas no pueden tomar la calle porque es un espacio reservado a los CDR. De ahí las prisas.
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