Opinión
¿A dónde huirá Maduro?
Los venezolanos han nacido en el país con las mayores reservas de petróleo y, paradójicamente, tienen que importarlo. Soportan una inflación galopante, cada día se hunden más y más en la miseria por culpa de un puñado de dictadores. Viven desde hace décadas en la escasez y en la opresión de sus libertades pero hoy, más que nunca, intuyen a lo lejos un punto de inflexión. Experimentan miedo y esperanza al mismo tiempo. Tienen miedo a que sus calles, que son un polvorín, se conviertan pronto en escenario bélico, en guerra civil con Estados Unidos a un lado, con Rusia y China al otro, enfrentadas en la sombra. Tienen la esperanza de asistir a un cambio político ansiado, a una transición democrática que no pase, necesariamente, por un derramamiento de sangre.
En esas estamos mientras en Caracas, capital del caos, varios aviones rusos esperan acontecimientos. No sabemos si aterrizaron allí para evacuar a sus compatriotas o al mismísimo Nicolás Maduro. Se rumorea que cientos de paramilitares rusos protegen al todavía presidente y a su esposa, Cilia Flores.
Llegado el caso, ¿a dónde huirían los Maduro? Unos especulan con el exilio negociado en la aliada Rusia (él y su mujer se compraron allí una casa el año pasado, aunque a Cilia, tan latina ella, no le gusta el frío). Otros le sitúan a medio plazo en México, en Portugal o –atención– en España, quién sabe si en Granada, rincón del gusto de Cilia (no creo que el Gobierno de Pedro Sánchez lo permitiera). Si Maduro huyera de su país me pregunto qué personajes, qué políticos pagarían ante la Justicia tantos años de pesadilla.
El miedo se llama Nicolás y la esperanza tiene el rostro de Juan, sucesor de Huber Matos, Guillermo Fariñas o Leopoldo López. Juan Guaidó se juega el pellejo y, con él, su familia asediada. Los periodistas tienen expresamente prohibido mencionarles, nada de pronunciar la palabra Guaidó. Quienes desafían la censura e informan, se exponen a ser detenidos y deportados, véase el caso de los compañeros de la Agencia Efe.
Sesenta países y el Parlamento Europeo reconocen ya a Guaidó como presidente «legítimo», aunque un desenlace pacífico del conflicto venezolano dependerá, en buena medida, de la fidelidad del Ejército a Maduro y del sentido común de los perdedores. Veremos.
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