Opinión
Sánchez, qué señor tan horrible
No hay nada peor ni más difícil para un socialista que traicionar al partido. Para un hombre que no cree en Dios (y la mayoría de los militantes del PSOE no cree que Dios vaya a cambiar nada importante en su vida) el bien común es el único asidero. Y quien se ha formado en el socialismo cree, casi a pies juntillas, que la unidad del «partido» se identifica con el bien común. Pues bien, algo muy, muy, muy gordo está pasando para que los barones del PSOE hayan puesto el grito en el cielo cuando Pedro Sánchez ha anunciado que habrá un relator para las negociaciones con los independentistas y la ministra Calvo ha añadido: «Es hora de una solución política para Cataluña». Lambán por Aragón, Fernández Vara por Extremadura y Page por Castilla La Mancha han estallado. «Hace años que dejó de escuchar» ha dicho Vara, «La medida sólo creará expectativas al separatismo» ha afirmado Page, y ha subrayado: «Sobre España hablan todos los españoles, no sólo los militantes del PSOE». Eso es estar muy enfadados. Este presidente no sólo está dejando a los pies de los caballos a sus compañeros, que se la juegan en las municipales y autonómicas, es que parece creer que la soberanía nacional recae sobre su persona.
Ahora nos sale con un libro sobre su innegable capacidad para resistir. Un texto que no ha escrito y del que se ha tenido que apresurar a confesar la autoría (Irene Lozano), después del bochornoso espectáculo del plagio de su tesis doctoral. Y resistir –lo único que le importa y que por eso da título a un texto tan provocador– significa para él en estos momentos aprobar los presupuestos, aunque le tenga que dar a la Esquerra y al PdCat la cabeza de España.
Lo peor es que ha calculado las consecuencias de su gesto, créanselo. Es experto en cálculos. La primera consecuencia es la convocatoria por parte de toda la oposición de una magna manifestación, el domingo a las once en Madrid. Y la segunda, la consiguiente reactivación –como respuesta– de la resistencia nacionalista. Los agitadores separatistas venderán como «nacionalismo español» la cita de PP, Ciudadanos y Vox, y retomarán su cantinela plañidera y estomagante. Iremos a la calle el domingo, y será bueno para Sánchez. No queda otra que ir, pero creo que se ahondará inevitablemente en un enfrentamiento que estaba ya muy debilitado. En Cataluña mentirán algunos y contarán que el dolor que sentimos muchos españoles por la posibilidad de perder Cataluña es odio hacia Cataluña. De este modo Pedro Sánchez quedará en el supuesto centro, entre nosotros y los independentistas, que es exactamente lo que busca para perpetuarse. Qué señor tan horrible.
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