Opinión

Acuerdo con los talibanes

El reciente principio de acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y los talibanes en Afganistán expresa algunos de los rasgos que definen a las relaciones internacionales. Los «eternos» enemigos pueden llegar a entenderse e, incluso, plasmar acuerdos que difícilmente se alcanzan con aquellos que están más próximos ideológicamente. Los talibanes, después de tantos años de enfrentamientos, ansían que las tropas extranjeras abandonen Afganistán cuanto antes con la esperanza de recuperar el poder e instaurar, de nuevo, un régimen con el más absoluto desprecio a los derechos humanos.

Mientras que el Gobierno afgano cuente con la colaboración de los Estados occidentales será difícil que los consigan sus objetivos y, por ello, destinarán todos los esfuerzos a expulsar o a permitir que, más pronto que tarde, las tropas extranjeras abandonen el territorio. Se encuentran con el hecho de que Estados Unidos no está interesado ahora en permanecer en el país y la Administración de Donald Trump quiere desentenderse cuanto antes de las obligaciones que asumió, en el año 2001, ante la comunidad internacional. Eso sí, antes hay que impedir que Afganistán se convierta en un territorio que sirva de base para el refugio y entrenamiento de grupos terroristas como Al Qaeda o el Estado Islámico. Ambas partes podrían conseguir sus objetivos y no han dudado en entablar conversaciones que se disfrazan bajo la expresión de establecer un marco para la paz. En esa negociación la democracia y los derechos humanos han estado al margen y se conciben como temas menores.

Estados Unidos ha decidido no cumplir la función de garante de la paz en nombre de la comunidad internacional, al menos en Afganistán. Claro que hay que evitar que grupos terroristas se asienten en un territorio tan extenso y complicado de controlar. Por supuesto que hay que conseguir la paz entre los afganos. Pero resultaría extraño que esto sucediera a cambio de que de nuevo se instalen en el poder los talibanes. Resulta claro que el principio de acuerdo no se explicitan estos términos pero no cabe negar la probabilidad de que suceda. Es una visión descarnada de la realidad internacional. Lo triste es que, en ocasiones, ésta es la perspectiva dominante.