Opinión

Un partido en serio

La Asamblea celebrada ayer en el Teatro Bellas Artes de Madrid muestra que los dirigentes de Vox están aprendiendo deprisa y se toman muy en serio su futuro o, en otras palabras, el papel que quieren jugar. No faltan ejemplos de desastres recientes de mala gestión de un éxito brusco. Ahí está Podemos, que intentó combinar el caudillismo propio de una organización populista con el centralismo más intransigente, heredero de la mentalidad de vanguardia comunista, y el asambleísmo («mareas» y demás) típico de lo que se quiso un «movimiento» espontáneo y «auténtico». Vox tiene poco que ver con el experimento podemita, pero había dos factores de riesgo: el crecimiento acelerado, que dificulta el control de los ingresos, y el mensaje, que al poner el acento en la cultura y la identidad, atrae a personalidades de autoproclamada vocación carismática. La Asamblea establece y corrobora los filtros imprescindibles, como los que estableció el «macronismo» en Francia en su momento de auge. También permitirá homogeneizar el mensaje. Se configura por tanto un partido moderno.

La nueva estructura combina la democracia interna (al nivel provincial, con los comités provinciales que tienen capacidad para proponer candidatos para las elecciones autonómicas y municipales y obligación de ser consultadas en los demás comicios) y la autonomía de decisión de los órganos centrales, con la supresión de las elecciones primarias. No habrá «baronías» ni «comités» a nivel insular (Mallorca) o municipal (Madrid, por ejemplo). Esta restricción recuerda la reorganización que José María Aznar llevó a cabo con la refundación del Partido Popular, cuando suprimió las vicepresidencias para acabar con la dispersión y la multiplicidad de núcleos de decisión. Hasta ese momento, y tradicionalmente, el centro derecha era territorio poco amante de la disciplina de partido. Aquello le costó a UCD la disolución y a Alianza Popular el estancamiento en la oposición eterna. La tentación de dispersión queda esquivada desde el primer momento en esta nueva configuración de Vox.

Se habla, como no podía ser menos, de una estructura que reflejaría la propuesta centralista de Vox. Resulta ingenuo pensar que un partido político se organiza según la ideología, salvo en el requerimiento constitucional de democracia interna que Vox cumple de sobra. El esfuerzo de organización de Vox apunta a algo distinto, como es la creación de un partido político sólido y estructurado. Hay un buen ejemplo de éxito, como el de Ciudadanos, en cuanto a la formación profesionalizada de los cuadros. Lo dicho: Vox viene en serio.